En interiores abiertos, las cocinas en L ofrecen una distribución perfecta para integrar la cocina en el salón. ¿Por qué? Una de las principales razones es que se trata de un tipo de cocinas con las que se suele aprovechar la pared al completo, pero que, además, permite incorporar una mesa de comedor en un lateral o una isla, como veremos en algunos ejemplos que hemos seleccionado, favoreciendo así una relación elegante.

Cocina abierta en L en una vivienda reformada en Barcelona. Proyecto: Cirera Studio

Cocina abierta en L en una vivienda reformada en Barcelona. Proyecto: Cirera Studio

Salva López

Además, las cocinas en L permiten que la zona de cocción y la de agua no se crucen porque se puede diseñar cada una en un lado de la L; algo que, por ejemplo, no se puede hacer en las cocinas en línea, que suelen tener la zona de fuegos en el centro y zona de encimera a ambos lados de la de cocción y agua.

En este artículo te contamos por qué las cocinas en L son ideales para espacios abiertos y te enseñamos algunas ideas que aprovechan bien el espacio, pero también que permiten integrar la cocina en el salón con estilo.

Cocina de Ikea

Cocina de Ikea

IKEA

1. Las cocinas en L permiten optimizar zonas difíciles

Fíjate en esta foto cómo la forma en L permite que se aproveche la zona de la ventana, que de otro modo no se usaría para nada porque, obviamente, no se pueden colocar armarios altos. Con esta cocina en forma de L hay espacio para una pequeña zona de preparación y, así, no se interrumpe el flujo en la zona de cocción y agua. Aunque de carácter independiente, también se integra bien en la zona de día gracias a unas bonitas puertas correderas que permiten que la luz natural inunde el resto de los espacios. Esa es, precisamente, una idea que es tendencia a la hora de integrar cocinas en L, o de cualquier otra forma, en la zona de día.

Cocina en L con paneles de Cubro

Cocina en L con paneles de Cubro

CUBRO

2. En L, y pegada a la pared, para aprovechar todo el espacio

Esta cocina en L optimiza el espacio a la perfección. El único mueble alto, que esconde el frigorífico, está perfectamente dispuesto para maximizar el almacenamiento y la superficie de trabajo. Seguramente, para integrarla mejor en el salón y favorecer la interacción con la familia o amigos hubiera sido mejor no pegarla a la pared, pero también es cierto que se hubiera perdido esa relación abierta que ahora permite colocar un comedor o una isla si se quiere.

Cocina en L con zona de isla. Proyecto: The Room Studio

Cocina en L con zona de isla. Proyecto: The Room Studio

Mauricio Fuertes

3. La distribución en L permite jugar con otros elementos que aportan estilo a la zona de día

Precisamente a esto nos referíamos anteriormente. Una distribución en L, que permite una mejor integración de la cocina con el resto de la zona de día, deja espacio al tiempo para jugar con otros elementos. En este caso, se ha diseñado una isla como espacio extra de comidas, pero no se interrumpe la relación visual entre los ambientes. La idea, además, funciona muy bien estéticamente.

Cocina en tonos 'greige' y madera. Interiorismo: Lidia Molina.

Cocina en tonos greige y madera. Interiorismo: Lidia Molina.

María Mira | Cortesía Lidia Molina

4. Tonos neutros y materiales cálidos son la mejor manera de que una cocina en L encaje con estilo en el salón

Recurrir a materiales cálidos y a colores neutros, como el beige o el gris perla es, si no la mejor manera, sí al menos la más elegante para relacionar estéticamente la cocina y el salón. Esta cocina diseñada por la arquitecta Lidia Molina es un fantástico ejemplo de cómo integrar con estilo una cocina en L en el salón. Los muebles altos son de madera, como el suelo, y añaden una nota cálida. El toque elegante se consigue a través de la elección de un gris suave en los armarios bajos y del mármol en el salpicadero.