En el barrio Alto de Pinheiros, un enclave que combina naturaleza y ciudad en São Paulo, se erige una casa que ha renacido bajo la mirada creativa de Estúdio OLO. Esta antigua granja urbana, construida en 1973 con influencias coloniales portuguesas, ha sido transformada y convertida en un hogar contemporáneo que respeta su esencia histórica mientras adopta un enfoque moderno y funcional. Un proyecto de retrofit donde cada decisión arquitectónica refleja el delicado equilibrio entre lo que fue y lo que ahora es.
Intervenciones estratégicas
El terreno de 600 metros cuadrados donde se asienta la vivienda mantuvo la estructura original, pero las intervenciones estratégicas redefinieron su uso. En la planta baja, los espacios se abrieron al presente: el comedor, antes aislado, se integra con la sala de estar y un jardín vertical, concebido como un remanso verde que combina un armazón para enredaderas con una estética limpia. Un antiguo anexo de 80 metros cuadrados dio paso a esta nueva zona exterior, transformando el corazón de la casa.
La altura de los techos, característica distintiva de esta casa, resalta la amplitud y fue aprovechada con ingenio para crear repisas que albergan objetos personales, aportando funcionalidad y una conexión visual con los habitantes. Todas las vigas, pintadas en blanco junto con las paredes, crean un lienzo neutro que contrasta con la vibrante paleta de azules en los cerramientos de ventanas y puertas tanto interiores como exteriores de la planta baja. Este color, omnipresente también en una pieza artística sobre la chimenea del salón, evoca un aire mediterráneo que llena los espacios comunes de frescura y personalidad.
Las alfombras, distribuidas cuidadosamente, actúan como delimitadores visuales, definiendo las áreas sin perder la fluidez espacial. En la cocina, la mesa de trabajo ovalada se convierte en un punto focal, con su forma inusual que mezcla diseño con funcionalidad.
Entre tradición y diseño contemporáneo
El proyecto interiorista abrazó el eclecticismo, combinando los muebles existentes de los propietarios con piezas de diseñadores brasileños como Sergio Rodrigues y Lina Bo Bardi, además de elementos europeos firmados por Patricia Urquiola y Jean Prouvé. Cada elemento fue elegido para narrar una historia de texturas y épocas, logrando una convivencia armoniosa entre lo nuevo y lo antiguo.
En el segundo piso, las reformas introdujeron innovaciones como paneles fotovoltaicos y aire acondicionado, además de reconfigurar los espacios. Las cuatro habitaciones originales dieron lugar a dos suites y una sala íntima, adaptándose a las necesidades actuales. Además, los elementos originales de la casa no fueron olvidados: las puertas de madera maciza con arcos, las ventanas de pino de Riga y las luminarias, rescatadas del ático y restauradas, se integraron como testigos del pasado. Incluso los espejos de los interruptores y los armarios empotrados fueron reimaginados con la ayuda del Liceo de Oficios de São Paulo.
Las obras de arte, distribuidas en toda la vivienda, crean un diálogo visual con el entorno. Esculturas, tapices y pinturas, tanto modernistas como contemporáneas, otorgan a la casa una capa adicional de significado, reflejando las vidas y memorias de sus habitantes. El jardín vertical y los paneles solares simbolizan un compromiso con la sostenibilidad que permea todo el proyecto.
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