El Pabellón Mies van der Rohe es la reconstrucción del que Ludwig Mies van der Rohe y Lilly Reich diseñaron y construyeron como Pabellón Alemán para la Exposición Internacional de Barcelona de 1929.
Desde la Fundación Mies van der Rohe opinan que la razón por la que sigue atrayendo a tantos turistas anualmente –reciben unas 105.000 personas cada año, de las que el 37 % son españoles y el 57 % foráneos, con los alemanes a la cabeza con un 7,5 % de visitantes– es porque se trata de "una obra clave en la historia de la arquitectura que ha inspirado e inspira a generaciones de arquitectos en todo el mundo porque fue y es la expresión arquitectónica del ideal de modernidad, que ofreció soluciones todavía vigentes a un estilo de vida que priorizaba valores coma la claridad, la sencillez y el sentido práctico, y entendía la belleza como la manifestación de la verdad".
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Una obra maestra de la Arquitectura Moderna
La arquitecta Bettina Koroluk, cofundadora de GokoStudio y afincada en Barcelona desde hace años, cree que es difícil sintetizar en pocas palabras qué aporta el pabellón de Mies desde un punto de vista arquitectónico. "Mies fue contemporáneo a los avances estructurales (acero / hormigón) que definieron algunas de las características de la arquitectura moderna, como la conexión entre el interior y el exterior o con el paisaje y la luz natural, y aunque diseñó en sintonía con el progreso industrial y tecnológico de la época que le tocó vivir, su investigación, reflexiones y obra van mucho más allá de eso", comenta.
El Pabellón Alemán es la oportunidad de conocer mejor la arquitectura de Mies
Koroluk, que ha visitado varias veces el pabellón, reconoce que la primera vez se sintió "absolutamente transcendida por la solemne armonía del espacio y la sutileza del diseño": una sensación que, seguramente, también embarga a todo el que visita el espacio y que es el motivo de que surjan preguntas relativas a cómo se ha conseguido esa armonía o para quién estaba pensado el espacio, por ejemplo.
Para la arquitecta, el pabellón "fue la puerta para conocer más en profundidad las reflexiones de Mies, que lo separaron tan enormemente de la investigación de otros arquitectos contemporáneos, que, alineados con los mismos avances estructurales de los que él echó mano, diseñaban casas para ser producidas en serie a imagen y semejanza del Ford T (primer coche en hacerse en cadena): el gran paradigma de la industrialización".
Las estrategias de diseño de Mies
En muchas de sus obras, y en particular en el Pabellón alemán de la Expo Universal, Mies despliega una serie de estrategias de diseño, que son fruto de investigaciones y reflexiones filosóficas. Uno se mueve por el pabellón "con la sensación de encontrarnos en un templo que no celebra ninguna divinidad, sino exclusivamente el advenimiento del hombre como protagonista; algo que Nietzsche había sabido enunciar, pero que solo Mies supo materializar", comenta la arquitecta.
Algunas de esas estrategias que la arquitecta menciona, y que, sin duda, merecen toda nuestra atención en una próxima visita al pabellón, son "la inversión de la moldura, creando la junta rehundida, que permite hacer levitar la materia; el uso de la luz; la creación de un vacío imponente, pero no absoluto –con un mobiliario que no está centrado en el confort, ni la función, sino que más bien un valor artístico y arquitectónico– y, finalmente, la altura libre en una dimensión próxima a 3,20 metros".
Las formas sintéticas y los materiales utilizados (acero, hormigón, piedra y diferentes tipos de mármoles) consiguen un espacio armonioso, sugerente y, al tiempo, lleno de color. La sensación de tranquilidad es infinita; sobre todo en el patio de la pequeña lámina de agua con una reproducción de la escultura Morgen, de Georg Kolbe, donde realmente merece la pena detenerse unos minutos.