La revista Time Out acaba de nombrar el Barbican Estate de Londres como el tercer sitio más bonito del Reino Unido. Sin duda, es una maravilla, pero como la elección tiene algo de sorprendente (desde Cornualles hasta las islas Orcadas, el Reino Unido no deja de tener paisajes y lugares espectaculares para elegir) nos hemos acercado hasta allí para redescubrirlo una vez más y, la verdad, cualquiera que venga unos días a Londres no debería perdérselo.
Si quieres estar al día de todo lo que publicamos en Arquitectura y Diseño suscríbete a nuestra newsletter.
Una joya de la arquitectura en el lugar más inesperado
Cuando uno sale por la boca de metro de Moorgate se da de bruces con modernos y anodinos rascacielos de cristal y acero. Subiendo por Ropemaker Street, y tras torcer a la izquierda en Moor Lane, aparece de la nada el Barbican Estate (foto sobre estas líneas). En pleno centro de Londres, este es el último sitio en el que uno se imaginaría una joya del brutalismo como esta. Aunque lo más rápido es entrar por las escaleras que hay en Moor Lane, aguántate las ganas y rodéalo para entrar por Fore Street. Es un paseo de tres minutos que funciona a modo de redoble de tambor de lo que a uno le espera dentro (con la foto que abre este artículo te harás una buena idea).
“Nunca se volverá a construir nada igual”
Después de semanas lloviendo, Londres ‘regala’ uno de esos días soleados, pero no calurosos, típicos de mediados de mayo. La terraza al otro lado del lago central está repleta de gente comiendo; muchos de ellos oficinistas que rematan un sándwich rápido antes de volver a su mesa mientras disfrutan de las bonitas (y grises) vistas de un edificio imponente y al tiempo glamuroso. Ya dentro, en la biblioteca del Barbican Centre, uno de los trabajadores, que prefiere no dar su nombre, nos cuenta que lleva aquí desde 1994 y que, aunque a mucha gente no le gusta el sitio, a él le parece “sencillamente espectacular y lleno de detalles. Nunca se volverá a construir nada igual”, dice.
Un edificio protegido en el que viven alrededor de 4.000 personas
Las viviendas del Barbican Estate, proyectado a mediados de los 60 en un lugar arrasado por los alemanes durante la II GM, e inaugurado por Isabel II en marzo de 1982, eran muy modernas y estaban pensadas al detalle para gente de clase media-alta. Entre otros, aquí han vivido personalidades como maravilloso extremo norirlandés George Best, un icono del Manchester United al que despidieron a su muerte más de 100.000 aficionados por las calles de Belfast.
La mayoría de los pisos rodean el lago. De hecho, el paisajismo fue siempre una parte importante del diseño; con detalladas descripciones por parte de los arquitectos de qué árboles eran los más apropiados. Hoy hay más de 2.000 viviendas (y unos 4.000 residentes) en este edificio protegido (Grade II listed) que la piqueta no podrá arrasar, como sucedió no hace tanto con los Robin Hood Gardens, diseñado a finales de los 60 por Alison y Peter Smithson.
Un edificio lleno de detalles
Superado el primer impacto visual que provoca el enorme volumen del edificio, su color gris y sus laberínticos pasillos, la mirada se detiene en los detalles; en las columnas talladas a mano; en el intenso color verde del lago o en las imponentes terrazas llenas de flores y plantas.
Recorremos el Barbican Centre por dentro de arriba abajo. Hay jóvenes estudiando en las mesas repartidas por todo el interior; otros simplemente charlan u ojean sus móviles recostados en amplios asientos. La gente no deja de entrar a la biblioteca o en alguno de los restaurantes. También hay una sala de exposiciones, un gran auditorio y el segundo invernadero más grande de Londres (después del de los Kew Gardens), con más de 1.500 especies de plantas distintas y donde se organizan diferentes eventos.
De vuelta a la estación de Moorgate, la agradable sensación de aislamiento que teníamos dentro se disipa. Fuera de los muros de esta fortaleza de hormigón espera, de nuevo, una ciudad bulliciosa.