Cuidar el diseño de los espacios educativos para mejorar el bienestar y, por ende, los resultados de los estudiantes ha cobrado especial relevancia en los últimos años. En 2021, el Estudio b76, actualizó las instalaciones del colegio La Salle Maravillas de Madrid con la idea de fomentar nuevas habilidades que no solo son valiosas en el ámbito académico, sino también en el futuro laboral.
Antes, en 2016, el nuevo Colegio Alemán en Montecarmelo, Madrid, proyectado por Grüntuch Ernst Architects y premiado por el jurado del World Architecture Festival (WAF), ocupó páginas en periódicos generalistas y revistas especializadas. La educación hoy hace hincapié en habilidades que tienen que ver con la colaboración y la comunicación. Los dos ejemplos citados buscan reforzarlas con espacios abiertos para que los jóvenes interactúen y aprendan los unos de los otros.
Un diseño centrado en los estudiantes y el personal docente también tiene que ver, por ejemplo, con potenciar la relación con el entorno y el sentido de pertenencia, además del bienestar de los chavales. Para ello, un buen mobiliario o una iluminación adecuada son igualmente importantes. En este artículo apuntamos algunas de las características que todo espacio educativo bien diseñado debería tener.
Los estudiantes y profesores deben ser los principales protagonistas del diseño
El diseño de los espacios educativos debe darle el protagonismo a los estudiantes y los profesores, entendiendo y respondiendo a sus necesidades. El Colegio Santo Domingo Savio en Medellín (2008), Colombia, de Carlos Pardo, es una escuela que aprovecha el lugar en el que está –en lo alto de una colina– y propone un programa en el que los alumnos, y la gente del barrio en general, son lo más importante. Entre otras cosas, la cubierta, convertida en un parque-mirador, es un lugar de asueto y reunión.
En la segunda fase de la reforma del colegio La Salle Maravillas, que comprende las aulas de tercero y cuarto de primaria o las clases de idiomas y los laboratorios, los arquitectos de Estudio b76 explican en su web que han creado "espacios comunicativos, que flexibilizan las relaciones alumno/profesor y entre los propios alumnos. Estos nuevos espacios que combinan los especializados en materias con los más flexibles y diáfanos, añaden a la calidad tecnológica del aula (digitalización, depuración del aire, ventilación, soleamiento etc.) las diferentes posibilidades de organización a disposición de quien imparte la materia según las necesidades".
Espacios innovadores y flexibles para fomentar la colaboración y la creatividad
Completado en 2022, en el nuevo Colegio Reggio en El Encinar de los Reyes, Madrid, del arquitecto Andrés Jaque, ha recibido numerosos premios. En él, no hay aulas tradicionales, sino espacios abiertos. Las clases de los alumnos más pequeños en la planta inferior, o el enorme espacio de 500 metros cuadrados de la segunda planta, encajan con una manera de enseñar basada en la experimentación y la interacción. Tampoco hay pasillos –algo que ya es habitual también en la arquitectura residencial– y, de esa manera, se evitan límites innecesarios. En general, diseñar espacios flexibles, que pueden reconfigurarse para diferentes actividades, es una solución interesante (y compartida por todos los colegios citados) porque los estudiantes deciden cómo quieren que sea el entorno en el que aprenden y, de alguna forma, se hacen responsables de su educación, desarrollando aptitudes que tienen que ver con la resolución de problemas mediante el trabajo en equipo.
La arquitectura puede apuntalar el sentido de pertenencia y grupo
Además de la conexión con la naturaleza, el poder decidir cómo quieres que sea el entorno en el que aprendes fomenta la sensación de pertenencia. En el caso de chavales con discapacidades, o que, sencillamente, aprenden a otro ritmo, son esas decisiones las que hacen que se sientan más valorados, que lo que opinan importa. Así, se fomenta la sensación de pertenecer a un colegio que merece la pena porque te cuida. Diseñado por fjcstudio, en el colegio Darlington, en Australia: una escuela pública muy vinculada con la comunidad aborigen, ese sentido de pertenencia es clave. Como explican en la propia web del World Architecture Festival (WAF), que lo reconoció como el Edificio del Año en 2024, "el diseño conecta a la perfección la escuela con su entorno, dejando entrever el patio interior desde la entrada principal y fomentando entre los niños la sensación comunidad". En su mención, el jurado del WAF, decía que se trata de "un edificio en el que la topografía y el paisaje, el interior y el exterior, la forma y los materiales fluyen a la perfección de un modo inesperadamente delicioso".
Es importante establecer una conexión con el entorno que nos rodea
Integrar el entorno es fundamental en nuestro hogar, pero también en las oficinas, colegios y universidades. Hay abundantes estudios sobre cómo las plantas y la luz natural favorecen la concentración y reducen el estrés. Soluciones como la incorporación de plantas y de grandes ventanales mejoran la sensación que se tiene del espacio, lo que repercute para bien en los estudiantes. En el colegio Darlington, para establecer "una verdadera conexión con el paisaje", el proyecto se centró en resolver los grandes desniveles del emplazamiento, pero también puso esmero en otras soluciones, como la instalación de un acristalamiento especial en algunos lugares para tamizar el exceso de luz.