A partir de mediados del s. XX, el uso del vidrio consigue que la fachada como elemento arquitectónico mute radicalmente. Desaparecen elementos como balcones, cornisas y aleros y las fachadas se vuelven más simples, casi monolíticas. Pero el uso masivo del vidrio en la arquitectura moderna no solo ha transformado el exterior de los edificios y, por ende, de las ciudades, sino también su interior: llenándolo de luz natural y abriéndolo al exterior.
Los arquitectos recurren al vidrio para dar forma a edificios originales, pero también cada vez más eficientes, sostenibles e innovadores gracias, entre otras cosas, a vidrios autolimpiables o electrocrómicos, que permiten controlar la luz natural en el interior mediante unos sensores que tiñen automáticamente el vidrio en función de la luz. Algunos ejemplos que vienen a la cabeza son el rascacielos The Shard, diseñado por Renzo Piano en Londres; el Museo de Arte de Bregenz, Austria, de Peter Zumthor; o el auditorio The Sage Gateshead, al nordeste del Reino Unido, de Norman Foster.
¿Qué es un muro cortina?
El muro cortina es un sistema de revestimiento no estructural, generalmente de aluminio extruido y vidrio, que, como decimos, no soporta elementos estructurales más allá del propio revestimiento de vidrio. Además de tratarse de una solución arquitectónica atractiva y moderna, los muros cortina consiguen que el edificio sea más eficiente gracias a la barrera que crean frente a los elementos meteorológicos, reduciendo así el gasto en calefacción o aire acondicionado.
Cuáles son las ventajas del muro cortina y cómo transforman los edificios
Decimos que el uso del vidrio en la arquitectura moderna consigue edificios más eficientes. El rascacielos 30 St. Mary Axe, en la City londinense, da fe de cómo el uso del vidrio en la fachada, junto con otras soluciones, consigue un edificio eficiente y estéticamente innovador. Popularmente conocido como The Gherkin, el proyecto de Norman Foster que en su web califican como "el primer rascacielos sostenible de Londres", está rodeado por un muro cortina exterior de doble acristalamiento en forma de diamante y otro interior de paneles rectangulares de acristalamiento sencillo.
Además del ahorro energético, otra de las ventajas de un muro cortina es la capacidad de crear espacios luminosos y abiertos. Un muro cortina deja que la luz natural inunde el interior y lo conecta con el entorno, fomentando la sensación de amplitud. La casa Farnsworth, de Mies van der Rohe, demuestra cómo el uso del vidrio en la fachada difumina la frontera dentro-fuera y refuerza la relación con el paisaje.
La innovación tecnológica en la fabricación del vidrio está transformando los edificios
El muro cortina es una consecuencia de la incorporación masiva del vidrio en la arquitectura moderna. Incidiendo en el aspecto sostenible, hoy es habitual usar vidrio reciclado, reduciendo incluso más el impacto de la construcción en el medioambiente. Mencionábamos en la entradilla cómo la evolución de la tecnología está resultando en la creación de vidrios que permiten controlar cuánta luz queremos en el interior. Los vidrios electrocrómicos y termocrómicos, popularmente conocido como vidrio inteligente, permiten interactuar con el cristal, modificando su grado de transparencia mediante la electricidad. Así, se controla la cantidad de luz, y por lo tanto de calor, del edificio. Finalmente, los vidrios autolimpiables presentan una capa especial de dióxido de titanio y sílice que hace que, cuando sale el sol, los residuos sobre el cristal se descompongan y el vidrio se limpie solo.