De personalidad inquieta y observadora, Moneo, nacido en Tudela hace 87 años, dibuja edificios (siempre va pegado a una pequeña libreta en la que boceta pequeños croquis y que en su estudio van guardando con mimo) que priorizan su relación con el entorno y con quienes van a disfrutarlos. Su interés por disciplinas como la filosofía o la pintura ha alimentado esa manera de hacer arquitectura. También su paso, recién titulado, por el estudio de Jørn Utzon; sus cinco años en Cambridge, Massachusetts, en los noventa; o los dos en Roma: un periodo que él mismo reconoce como fundamental en su carrera.

Rafael Moneo recibió en 2021 el 'León de Oro' a la trayectoria de la Bienal de Arquitectura de Venecia

Rafael Moneo recibió en 2021 el 'León de Oro' a la trayectoria de la Bienal de Arquitectura de Venecia

JuanCarlosVega

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Una arquitectura amistosa para ser disfrutada

Decimos que el tiempo vivido en Roma (al poco de finalizar la carrera en 1961) y en Nueva York (ya en los setenta) es importante. Haberse pateado exhaustivamente dos ciudades tan distintas tiene mucho que ver con su manera de proyectar. Así, su arquitectura cumple un papel en la ciudad, es amistosa e invita a ser vivida sin importar la tipología. Eso es lo que aprendió Moneo viajando.

Podríamos pararnos cualquier día frente a L'illa Diagonal en Barcelona (en colaboración con Manuel de Solà-Morales) y preguntar a las personas que entran y salen para corroborar esta idea; lo mismo con los laboratorios NW Corner de la Universidad de Columbia (2010); el Kursaal de San Sebastián; la ampliación del Museo del Prado y, desde luego, con otros de los proyectos que le encargaron en su momento algunas de las instituciones académicas más importantes de Estados Unidos, como Harvard y Princeton.

 

 

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Interior de la gran galería del Museo Nacional de Arte Romano de Mérida.

Michael Moran

Como decimos, de sus dos años en Roma, Moneo guarda un gran recuerdo. Con su mujer: Belén Feduchi, recorrió andando la 'Ciudad Eterna' (no tenían coche) y tomó conciencia de cómo arquitectura y ciudad son dos términos indisolubles. El Museo de Arte Romano de Mérida (1986), uno de sus proyectos más reseñables, rescata un pasado que parecía olvidado y bebe de esos 'años romanos', como el propio arquitecto comenta en el documental Rafael Moneo revisita su obra, dirigido por Poldo Pomés, autor también de documentales sobre figuras imprescindibles del diseño español, como Miguel Milá o André Ricard.

Museo de Arte Moderno y Arquitectura de Estocolmo (2009), de Rafael Moneo

Museo de Arte Moderno y Arquitectura de Estocolmo (2009), de Rafael Moneo

Michael Moran

Los museos de Rafael Moneo

Seguramente, los museos son la tipología en la que haya dejado más huella y por la que los menos aficionados a la arquitectura le reconoce. Hemos hablado ya del Museo Romano de Mérida, pero el Museo de Arte Moderno y Arquitectura de Estocolmo (2009) es otro buen ejemplo. Volcado al mar, el edificio se aleja del concepto de monumentalidad, tratando encajar en una sociedad como la sueca que huye del protagonismo. Para quienes hemos tenido la suerte de visitarlo, llama la atención cómo encaja perfectamente en la pequeña isla de Skeppsholmen, integrándose hasta casi desaparecer. Más ejemplos, el proyecto de la Fundación Pilar i Joan Miró (1992) también responde al paisaje –o mejor, a cómo ha ido evolucionando–, defendiéndose de una visión de la bahía de Palma que ya no existe y haciendo del agua un elemento protagonista.

Auditorio Kursaal (1999) en San Sebastián.

Auditorio Kursaal (1999) en San Sebastián.

Donostia San Sebastián Turismoa / Flickr

Edificios que forman parte intrínseca del paisaje de la ciudad

Decíamos ya en el título que Moneo no ve el edificio como algo aislado, sino como pieza de un puzle. Para él, la ciudad es un lugar de encuentro. Así lo corroboran otros dos de sus proyectos más interesantes; ambos en San Sebastián: el edificio de viviendas Urumea (1968), que encaja perfectamente con otros construidos décadas antes y con el que evitó distorsionar un frente de ciudad tan establecido como este; y el Kursaal (1999), que ha definido en numerosas ocasiones como dos gigantescas rocas varadas y que son "una respuesta al lugar", tal y como le cuenta a Pomés en el documental.

 

Vista general del Museo del Prado con el Edificio Villanueva (dcha.) y el Edificio Jerónimos (izq.) obra de Rafael Moneo.

Vista general del Museo del Prado con el Edificio Villanueva (dcha.) y el Edificio Jerónimos (izq.) obra de Rafael Moneo.

Michael Moran

Finalmente, el auditorio de Barcelona (1999) es otro de esos edificios que en su momento contribuyó a incorporar parte del Ensanche en la ciudad, llenando de vida una parte de Barcelona que carecía de ella. A destacar, el patio central, donde la gente se junta antes de entrar. En Madrid, Moneo ha intervenido en el Banco de España, el Museo Thyssen, la estación de Atocha y la ampliación del Museo del Prado (2007), que define como "el edificio neoclásico más bonito de Europa". Con su propuesta recupera una parte de Madrid bastante descuidada (la que había entre Los Jerónimos y el propio museo), atando visualmente ambos gracias a las zonas ajardinadas sobre el hall de entrada y algunas de las salas, como se aprecia en la foto. 

Además de su labor docente (ha sido profesor en las facultades de arquitectura más prestigiosas del mundo), Moneo continúa desarrollando una intensa labor como conferenciante, participando en diferentes charlas, mesas redondas y presentaciones.