Si entendemos la empatía como "la capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos", según la RAE, y trasladamos el concepto al ámbito de la arquitectura, un diseño con empatía está, por definición, fuertemente arraigado a la comunidad en la que surge. Efectivamente, más allá de diseñar edificios funcionales o estéticamente atractivos; hay otra función con mucha potencia en la arquitectura que tiene que ver con la capacidad de moldear sociedades, influir en la forma en que las personas interactúan y transformar comunidades enteras. Y sí, los arquitectos pueden diseñar con empatía, es decir, poner el foco en utilizar su creatividad y conocimientos para responder a las necesidades humanas de cada comunidad, promoviendo la igualdad, la inclusión y la sostenibilidad.
Pero, ¿qué implica este concepto abstracto en la arquitectura? Básicamente, diseñar con empatía es ponerse en el lugar de las personas que utilizarán los espacios diseñados, entendiendo sus experiencias, necesidades y emociones. Como se describe en el libro "Ciudades para la gente", de Jan Gehl, el diseño empático busca priorizar las interacciones humanas y la calidad de vida urbana, adaptando los espacios para que sean accesibles, acogedores y sostenibles. Diseñar con empatía significa, por lo tanto, crear entornos que no solo sean funcionales, sino también transformadores, contribuyendo al bienestar colectivo.
Reconociendo las desigualdades existentes
Teniendo en cuenta estas premisas, ¿de dónde parte el diseño empático? Para el estudio MASS Design Group, está claro: "de reconocer las desigualdades existentes", tal y como mencionan en su libro "Justice is Beauty" (2019), en el que recopilan una década de trabajo y proyectos en los que este estudio se centra en promover espacios públicos accesibles o infraestructuras que fomenten la cohesión comunitaria. En todos ellos, se trata de crear un espacio comunitario en el que ofrecer lugares dignos y funcionales.
Un buen ejemplo es el proyecto del Hospital de Butaro en Ruanda, en el distrito de Burera, uno de los más empobrecidos del país. En enero de 2011, se inauguró este centro, diseñado y planificado por MASS Design Gruop. En su diseño se buscó mitigar y reducir la transmisión de enfermedades transmitidas por el aire a través de varios sistemas, incluyendo el diseño general, el flujo de pacientes y personal y la ventilación natural, proporcionando un modelo y un enfoque que podría reproducirse en áreas de alto riesgo de transmisión de tuberculosis y otras enfermedades transmitidas por el aire en entornos con recursos limitados.
Contar con la comunidad para el diseño y la construcción
Otro elemento que caracteriza al diseño desde la empatía, es contar con la propia comunidad donde se va a construir el nuevo edificio. Esto también lo cumple el ejemplo del Hospital de Butaro, que fue construido con un 100% de mano de obra local, algo que también se conecta con el diseño empático en la arquitectura. Para ello, se capacitó y contrató a 3.898 personas para ayudar a excavar, construir y administrar el proyecto. Los equipos de construcción se organizaron en seis equipos, cada uno de los cuales trabajaba en turnos de dos semanas.
El enfoque participativo juega un papel clave en la arquitectura empática. Los arquitectos que diseñan con empatía suelen trabajar en estrecha colaboración con las comunidades, asegurándose de que sus voces sean escuchadas y sus prioridades reflejadas en el resultado final. Este tipo de colaboración refuerza el vínculo entre las personas y los espacios que habitan, promoviendo un sentido de pertenencia y dignidad. En este sentido, en este proyecto que hemos puesto como ejemplo, los arquitectos de MASS Design, contaron con constructores locales para el desarrollo de los métodos de construcción.
Respuesta a la realidad social y económica
Tratar de fomentar el cambio social y responder a la desigualdad económica con propuestas que favorezcan la evolución y la puesta en valor de las viviendas sociales, es otro de los rasgos de la arquitectura empática. Hay muchos ejemplos que lo muestran, uno de ellos, el trabajo del chileno ganador del Pritzker 2016, Alejandro Aravena, quien ha liderado proyectos centrados en la vivienda social. Su trabajo en Elemental, una firma de arquitectura participativa, incluye el proyecto Quinta Monroy en Chile, que plantea un modelo de "vivienda incremental". Este modelo permite a las familias de bajos ingresos expandir sus casas según sus necesidades y capacidades económicas, brindando una solución innovadora y sostenible al problema de la vivienda asequible.
Conexión emocional
Conectar el diseño arquitectónico con las emociones y experiencias humanas, asegurando que los espacios creados respondan a las realidades sociales y culturales de quienes los habitan, forma parte también de esta concepción de la arquitectura desde la empatía. Un ejemplo de ello son, por ejemplo, los diseños innovadores en situaciones de emergencia que propone el arquitecto japonés Shigeru Ban, siempre utilizando materiales reciclados y soluciones rápidas para ayudar a comunidades afectadas por desastres naturales o crisis humanitarias. Ejemplos como los refugios de papel demuestran cómo el diseño con empatía puede marcar la diferencia en momentos críticos.
Nuevos modelos cooperativos que conectan a las personas y su entorno
Diseñar con empatía implica también crear y promover, a través de la arquitectura, conexiones significativas entre las personas y su entorno, poniendo el foco en la sostenibilidad pero también en la creación de comunidad. En este sentido, la proliferación de viviendas colectivas y cooperativas es un gran ejemplo de cómo se está cambiando la concepción de la arquitectura. Entre todas las manifestaciones de esta nueva ola, Barcelona es tierra de cultivo para esta revolución silenciosa en la que proliferan diseños que ponen el foco en la sostenibilidad, la habitabilidad de las zonas comunes, la conexión de lo público con lo privado y, en definitiva, la creación de un nuevo estilo de vida donde lo importante es el bienestar colectivo.
En definitiva, todos ellos, ejemplos de cómo la arquitectura puede tener un impacto positivo y duradero en la sociedad a partir de un diseño basado en la empatía que es, de alguna manera, una herramienta más para transformar comunidades.