Hay casas que parecen responder a un manual de estilo y otras que, en cambio, se construyen a base de preguntas. ¿Cómo vivir el día a día en un espacio que sea a la vez íntimo y abierto? ¿Cómo conseguir que la arquitectura dialogue con el entorno sin camuflarse ni imponer sus reglas? En Salou, hemos encontrado una de esas casas que no se conforman con respuestas fáciles.
M H.A P, el estudio barcelonés fundado por Marina Huguet y Andy Penuela, ha proyectado para Alba y Oriol, una pareja con un hijo pequeño y dos gatos, un hogar que, enraizado en el Mediterráneo, también mira hacia otros paisajes. "Nuestros clientes son amigos nuestros y nos eligieron por nuestro 'approach' humano y cercano; querían una casa que reflejase quiénes eran ellos con nuestra ayuda."
Desde el principio, el proceso fue un diálogo entre el estudio y los propietarios, que tenían claras algunas premisas. "Alba tenía claro que quería un tejado inclinado con vigas de madera expuestas y el deseo de Oriol era una casa conectada con el jardín, pero sin sacrificar la privacidad. A partir de aquí, y en constante conversación con ellos, la casa empezó a tomar forma: una forma con una expresión curiosa, arraigada en el Mediterráneo, pero con alma tropical."
Una estructura sencilla y un tejado con identidad propia
El diseño responde a una construcción racional y accesible. "A nivel constructivo, la casa es extremadamente sencilla, pensada para ser montada por mano de obra no especializada. Se concibe como una especie de caja sobre la cual descansa verticalmente la cubierta." Sin embargo, aunque la estructura es simple, la ejecución del tejado planteó un reto técnico. "Teníamos claro que queríamos una cubierta que hablase un lenguaje vernacular, pero sin caer en nostalgias (de ahí los detalles de su espesor, de la falta de remates). Un poco como lo nuevo de Bad Bunny: salsa/merengue, sí, pero con un sonido completamente actual", explican. No se nos ocurre un paralelismo mejor. Uh!
Más allá del tejado, la normativa urbanística obligó a tomar decisiones inesperadas. "Nos impedían hacer una cubierta continua. Y las granjas de pollo de la zona nos dieron el 'tip' de que, en realidad, romper esa continuidad no nos perjudicaba tanto y nos daba la oportunidad de meter luz natural al sur."
El resultado es una estructura que combina pragmatismo y personalidad, con un revestimiento que no deja indiferente. "Expresamos el volumen roto con un aplacado de panel de fibras de madera y cemento (Viroc) de color rojizo, copiando las granjas suecas, donde estuvimos trabajando un año para Tham & Videgård. La cajita roja es la guinda que se sale de la norma."
Una casa sin patio, pero con veranda
El deseo de crear un espacio intermedio entre el interior y el exterior llevó a una solución inspirada en la arquitectura tropical. "Siempre quisimos hacer un patio, pero las normativas de este país lo convierten en un espacio tremendamente caro al sacrificar superficie interior. Entonces nos preguntamos: '¿y si hacemos una veranda?' Ese porche corrido, más tropical que mediterráneo, en la fachada sur nos ayudaba a resolver infinidad de cosas: mayor privacidad, cobijo en verano, su dimensión permite la entrada de luz solar directa en invierno… y le plantamos un jardín de helechos, marquesas, dicksonias, strelitzias… Plantas con raíces iguales a las nuestras (Andy, uno de los clientes, es colombiano)."
El interior también ha sido diseñado con vistas al futuro. La planta superior, diáfana por ahora, podrá transformarse según las necesidades de la familia. "La posición de la escalera nos daba la oportunidad de poder dividir el espacio, ahora mismo diáfano, en dos estancias, y además añadir un baño. Dejamos todas las previsiones necesarias para un futuro baño a nivel de pavimento."
Eficiencia sin etiquetas
Cuando se les pregunta por la sostenibilidad del proyecto, en M H.A P lo tienen claro: "No es insignia de nuestro estudio hablar de sostenibilidad, ya que la damos por hecha." En este sentido, el clima mediterráneo ha marcado las decisiones de diseño. "Un contexto como este, junto al mar, con pocos saltos térmicos… solo puede pensarse desde la inercia (como el resto de arquitectura vernacular de costa). Funciona muy bien y consume poquísimo."
La clave está en la elección de los materiales. "Una cubierta que sea un Fórmula 1: ventilada y súper aislada, unos muros que sean capaces de almacenar la energía y un suelo mineral (en este caso, hormigón industrial continuo). Ahí sí, elegimos fibra de madera de 20 cm de espesor como aislante principal de la cubierta por su reducción de la huella de CO₂. El resto son todo decisiones coherentes para un clima específico."
Un proyecto de ida y vuelta
"Este proyecto refleja muchas de nuestras ideas, tanto de resultado como de proceso. Tanto Alba y Oriol como nosotros sentimos que la casa es nuestra (a nivel de objeto, de resultado). No hay nada impuesto, son todo decisiones tomadas junto a nuestros clientes", explican.
De todas las soluciones de diseño, hay una que el equipo destaca especialmente. "Quizás lo que más nos gusta es la casa como objeto: la fachada principal, la que da a la calle, tiene una proporción a tercios, aunque sean dos plantas. Los huecos de la fachada siguen otra proporción (más clásica). Cuando la casa gira hacia el sur, las proporciones se mantienen, marcando el giro con la chimenea, que se presenta como apoyo. Y delante, al sur, donde más se vive la casa, la proporción es más humana, con su cubierta cerámica bajita."
Volviendo al paralelismo con Bad Bunny: esta casa es callaíta pero para el barrio es atrevida.