Si Miranda de Ebro hablara, probablemente lo haría en el lenguaje de sus fábricas: con acentos de acero, vidrio y hormigón. Esta ciudad es la cuna de Alejandro Serrano, el chef con estrella Michelin más joven de España, y en ella ha dado rienda suelta (por suerte para todos) a su visión culinaria más desenfadada en el nuevo Alex, su segundo restaurante. Este proyecto, firmado por el estudio de arquitectura BOV (César Buquerín de la Iglesia, Antonio Valverde Sánchez e Irene González Ruiz) es una oda contemporánea a las raíces industriales de la ciudad y al arte de crear experiencias únicas.
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El proyecto surgió de una relación de admiración mutua y una conexión profunda con el entorno. "Somos clientes habituales y admiradores de su talento desde hace años, además de haber colaborado con él en otros proyectos. Nos sentimos profundamente conectados con su visión y con el entorno que lo rodea", explican desde BOV. Alejandro Serrano tenía claro que este espacio debía ir más allá de lo convencional: "El objetivo era crear un hub cultural en el que convergen las artes visuales, la música, la gente y las nuevas experiencias culinarias, manteniendo siempre presente la esencia industrial de la ciudad".
Materiales industriales, diseño cuidado
Uno de los pilares del diseño del Alex Cool Club (como se llama en Instagram) es su conexión con el pasado industrial de Miranda. El vidrio, el acero y el hormigón, materiales clave en las antiguas fábricas locales, se han incorporado para evocar ese legado. "El bloque de vidrio recuerda las paredes translúcidas que se usaban en las fábricas para dejar pasar la luz sin comprometer la privacidad; el acero, con su firmeza y durabilidad, simboliza las estructuras que sostenían esas naves industriales, y el hormigón, omnipresente en este paisaje, se convierte aquí en una base sólida y neutra, proporcionando el escenario perfecto para la creatividad de Alejandro", señala el equipo de BOV.
El equilibrio entre lo inacabado y lo sofisticado se logra con un diseño minucioso. Los acabados y el mobiliario están pensados para servir como un lienzo limpio y flexible que resalte la experiencia culinaria y sensorial. "La dualidad entre los materiales industriales y el delicado diseño del mobiliario y las luminarias sirve de transición para colocar la propuesta culinaria, que colorea y potencia todos los sentidos. El brillo y reflejo de los materiales metálicos y del vidrio, con la barra de acero inoxidable como protagonista, conecta todos estos elementos para crear una experiencia sensorial integral y dinámica", afirman.
Incluso los baños añaden un giro inesperado. "El cambio cromático y la música transforman una tarea cotidiana en un momento divertido y sorprendente", comenta el equipo, subrayando que cada rincón del restaurante está diseñado para aportar algo único.
Desafíos creativos y técnicos
Crear un espacio como Alex Cool Club no estuvo exento de retos. El principal, aseguran, fue encontrar el equilibrio entre la creatividad arquitectónica y la culinaria: "Nos propusimos evitar cualquier alarde arquitectónico que pudiera restarle protagonismo a su obra culinaria, lo cual implicó un ejercicio de contención y sutileza en el diseño".
En el ámbito técnico, la apuesta por trabajar exclusivamente con gremios locales representó un desafío adicional. "Buscar e incorporar al proyecto gremios que estuvieran habituados a la precisión y los pequeños detalles fue complejo, pero esta experiencia no solo nos permitió aprender muchísimo de ellos, sino que también nos ayudó a involucrarnos profundamente con el talento local, creando un vínculo más fuerte con la ciudad y revalorizando su artesanía y dedicación", señalan los arquitectos.
Un restaurante que evoluciona con su entorno
El diseño del Alex fomenta la interacción y la flexibilidad, permitiendo que el espacio se adapte a diferentes momentos del día y tipos de eventos. "Esperamos que los usuarios experimenten el restaurante como un espacio dinámico y envolvente, donde cada rincón ofrece una experiencia única", explican desde BOV. La barra central se convierte en un epicentro que conecta a los comensales con la cocina abierta, mientras que el mobiliario modular permite reorganizar el espacio para eventos culturales o conciertos.
Además, el proyecto integra prácticas sostenibles, como el uso de acabados con alta inercia térmica, luces regulables y sensores de consumo. Pero el mayor gesto de sostenibilidad está en su enfoque local: "Todos los artistas, artesanos, herreros, carpinteros y demás profesionales involucrados han sido locales, lo que no solo subraya el arraigo del espacio con la ciudad, sino que también reduce significativamente la huella de transporte debido a la proximidad".
Tradición y modernidad en perfecta armonía
Sí, Alex es más que un restaurante; es un espacio donde Miranda de Ebro se reencuentra con su historia y mira hacia el futuro. Para el equipo de BOV, lo más especial del proyecto es "cómo el espacio fluido que diseñamos fomenta una unión natural entre cocineros, usuarios y artistas".
El diseño no solo resalta el talento de Alejandro Serrano, sino que invita a todos los que visitan el restaurante a ser parte activa de esta experiencia cultural y gastronómica. En palabras de los arquitectos, "la arquitectura no solo enmarca su talento, sino que también invita a un diálogo constante entre todos los que forman parte de esta experiencia, haciendo del restaurante un verdadero punto de encuentro para la inspiración y la interacción".
Lo dicho, un diseño bien pensado no necesita ser ostentoso para brillar. En este espacio, los materiales cuentan historias, las ideas fluyen y la creatividad se saborea. Querrás repetir.