Si los ojos son el espejo del alma, el recibidor o vestíbulo es la metáfora de la vivienda. Es lo primero que se ve, y toda una declaración de intenciones de lo que nos vamos a encontrar al cruzarlo. Y eso si lo conseguimos, porqué el nombre viene de ‘recibir’, es decir, que habrá gente, como el mensajero de correos o la vecina que viene a por sal que, a priori, sólo conocerán esa parte de nosotros.
Además, un buen vestíbulo, pensado con estrategia y ejecutado con gusto, puede simplificarte la vida. Tanto al salir como al entrar en casa, es tu puerta al mundo.