Una de las cosas que más nos gusta de la temporada de verano, es poder pasar tiempo al aire libre. No hay nada mejor que disfrutar de las vistas a la montaña o al mar, compartir una tarde rodeado de plantas, dejarse llevar por los aromas de las flores o de la brisa marina. Suena inusual, incluso utópico, pero lo cierto es que todos podemos crear un pequeño remanso de paz en nuestro propio hogar. Basta con tener un balcón, una terraza o un pequeño jardín para transformarlo en un espacio de serenidad absoluta.
¿Cómo lograrlo? No necesitas demasiado, con algunos trucos de neuroarquitectura es más que suficiente. Hoy queremos animarte a buscar la felicidad en esos detallitos de tu terraza. Cambios que parecen sencillos, pero que realizarán una verdadera transformación estética, y por qué no, anímica y mental.
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