En 2022, el Paseo de Gracia, la señorial arteria que aglutina algunos de los mejores ejemplos del modernismo catalán –la Casa Batlló, la Casa Milà, más conocida como la Pedrera, la Casa Amatller...–, cumplía 200 años. Dos años después continúan los festejos y, en este contexto, cabe celebrar también la realización de esta vivienda, a la altura del lugar que la alberga. El proyecto es el fruto de la unión de dos principales, reservados en su día para las familias más distinguidas.
Ubicado en un edificio histórico catalogado de finales del siglo XIX, ahora luce su mejor cara después de haber sido unas oficinas a las que se les había eliminado cualquier resto histórico. LUV Studio recibió este encargo como quien acoge una gran noticia, con ilusión y un punto de respeto. No es para menos. El resultado refleja los valores por los que ha transitado esta reforma: conexión con el pasado local, prevalencia de la luz natural, materiales excepcionales y colores sobrios, equilibrados y elegantes que dotan al conjunto de un efecto calmante.
Con sus 350 m2, es un piso redondo, metafórica y literalmente hablando, que gira alrededor de un enorme lucernario. “Un proyecto de planta abierta que aprovecha al máximo la amplitud de todas las zonas”, revelan desde LUV. Aunque si hay una estancia que destaque, esa es el salón, de algo más de 83 m2 y con espacio para hasta tres sofás. Aquí juega un papel protagonista el techo: “Los techos altos de este apartamento estaban libres de decoración en el momento en el que se nos presentó, lo que nos ofreció la posibilidad de recrear los detalles clásicos de una manera más actual, como por ejemplo texturas con madera que evocan el artesonado o las vigas colocadas en el techo del salón de cuatro metros de altura”.
Los suelos, también de madera, “generan una percepción de continuidad a lo largo de todos los pasillos que voltean circularmente el patio interior”. Más allá del salón –del que cuesta despedirse–, o mejor dicho, pegados a él, encontramos, por un lado, el comedor, que combina el mármol y el cristal con el terciopelo, y, por el otro, la cocina, que, como contrapunto, se ha planteado en negro y cuenta con una isla que se prolonga en forma de barra para almuerzos y cenas informales. Hasta cinco dormitorios se suman a esta fiesta en pleno Eixample barcelonés.
Todos ellos dobles y el principal, con balcón y vistas al Paseo de Gracia, esta vía de kilómetro y medio por la que transitan turistas y locales, y en la que se encuentran algunas de las tiendas más exclusivas de la ciudad. Los espejos despliegan su efecto amplificador en zonas como el salón o la suite principal, donde, además, uno ejerce de cabecero. Los muebles de diseño contemporáneo encuentran en las piezas artísticas –en forma de pinturas y de esculturas– a sus mejores aliadas. Todo suma para dar a este espacio ese halo especial reservado solo a lugares como este, con años de historia y, sin embargo, en su mejor momento.