Cuando los arquitectos del estudio Unseisyuncuatro entraron en este piso de 220 metros cuadrados en el barrio de Moncloa, Madrid, se encontraron con un espacio que había sido reformado por última vez en los años 70 y que, en su mayoría, mantenía elementos originales intactos desde el año de su construcción (1945). La decisión fue clara: devolver la vida a esos materiales con historia. Así, la tarima de madera en espiga fue restaurada y replicada en las zonas dañadas, las ventanas de guillotina de la cocina recuperaron su esplendor, y las puertas originales fueron elevadas y lacadas en blanco, y la boiserie del salón, otra joya arquitectónica, fue lijada y barnizada en mate para integrarla en la nueva estética.

Además de recuperar estos elementos que llenan de personalidad la vivienda, desde el estudio tenían que cumplir con los requisitos del cliente: "Se trata de una familia con tres hijos con varios objetivos claros: querían un dormitorio para cada hijo y además un salón de juegos para que sus hijos pudieran invitar a sus amigos a casa. La cocina tenía que ser amplia y con zona de office para favorecer la vida en familia y en el salón debía caber una mesa grande para comidas con familiares y amigos. Son una familia que valora mucho la vida social y gustan de ser anfitriones", nos cuentan. El resultado es una casa espectacular, funcional y luminosa en la que se ha rescatado el pasado para habitar el presente.