Años sesenta. Distribución clásica. Mucho pasillo y poca luz. Estas eran las complicadas premisas de partida de este céntrico ático de 160 m2 en Madrid. "Tenía dos entradas (de servicio y principal), cocina separada del salón y habitaciones bastante pequeñas", cuenta Carlos Tomás, fundador de Estudio Reciente. Un clásico de la época.
Y, aunque los propietarios necesitaban varios dormitorios, la reforma ha conseguido ampliar el espacio visual haciendo hincapié en la relación entre el interior y el exterior gracias a una terraza de 40 m2 presente a través de unos grandes ventanales.
Si quieres estar al día de todo lo que publicamos en Arquitectura y Diseño suscríbete a nuestra newsletter.
Ahora salón, comedor y cocina respiran holgados y muy conectados debido a dos estrategias: mantener el mismo suelo de terrazo existente y al nuevo diseño de una pared de palillería de roble que los recorre y hace de nexo. Superado el obstáculo planteado por el espacio original había que abordar otra petición de los dueños, para los cuales es el tercer proyecto que el estudio diseña y ejecuta.
"Nos pedían una calma visual muy fuerte", comenta el arquitecto. "Esta sensación de paz que es común en todo el proyecto se manifiesta de una forma más clara en la zona de noche".
Las habitaciones son casi monocromáticas, con su suelo de madera de roble claro. Allí el color solo aparece en contadas ocasiones, y de forma sutil, como en los armarios y el cabecero de la cama de la habitación principal, con un patrón gráfico diseño del gran Ettore Sottsass.
En el área de día sí que se han atrevido un poco más con la gama cromática. No en vano son un estudio conocido por su uso del color. Por ejemplo, decidieron conservar el mencionado suelo original, de terrazo verde. "Se mantuvo porque pensamos que era un tono precioso que se podía recuperar mediante un pulido", dice Carlos.
También han preservado la pared de piedra con chimenea del antiguo salón, que ahora ocupa la cocina, o el panelado del techo, pintado de crema. En el pasillo continúa la sensación de sosiego con el uso de una pintura de arcilla de un color natural y unas puertas que permanecen ocultas, sin marcos. Son detalles que ayudan a eliminar el ruido visual. Volviendo a la cocina, es uno de los lugares más resultones de la casa. "Es uno de los que más nos gusta", reconoce el autor.
"Tiene dos materiales muy potentes para leerla de dos maneras distintas". Por un lado está la impresionante isla de cuarcita, un tótem de cinco metros de largo por 1,20 de ancho. Por el otro, la pared de acero inox, que esconde el almacenaje. Los focos son del mismo material. "Ahora es tendencia, pero nosotros llevamos mucho tiempo trabajando con él", reivindica el arquitecto.
Un baño en mármol Calacatta Viola incide en las texturas suntuosas. Pese a que no hay una influencia concreta (solo la intención de hacer una casa para toda la vida) Carlos y su equipo se sumergieron en la estética de finales de los años cincuenta para llevar a cabo este piso para una familia compuesta por una pareja y tres hijos, dos de los cuales ya no viven con ellos, lo que ha permitido ser un poco más flexibles con la funcionalidad de los dormitorios y que uno de ellos se use como despacho.
Hablando de adaptabilidad y de sumar, Estudio Reciente demuestra en este ático que en pocos años ha ganado en sabiduría y ampliado registro.