La cocina de esta familia de Barcelona refleja su pasión por la gastronomía

Alexander y Júlia, los hijos de Eva y Stefan, tienen un lugar favorito para esperar que la comida que les prepara su padre les llegue al plato: la isla de la cocina, un mirador desde el que ver y oler qué se cuece. Su casa está en Sant Cugat del Vallès, a media hora de Barcelona, una vivienda unifamiliar con jardín y piscina que tiene su centro neurálgico en la cocina, de cuya distribución y elección de mobiliario se encargó principalmente Stefan. Tanto él como Eva – ingeniera agrícola de formación–, son grandes aficionados a la gastronomía.

Para Stefan, y para toda la familia, era importante que el proyecto de la cocina se adaptara a sus necesidades funcionales y estéticas, así que optaron por el mobiliario de la firma bulthaup, en concreto el modelo b1 en laca blanco alpino con encimera laminada del mismo color, una generosa isla para preparar los alimentos (y para subirse a ella) y un diseño en el que cualquier actividad resultara cómoda y práctica: desde el almacenamiento a la limpieza, pasando por la cocción de alimentos, el mantenimiento y, cómo no, la charla distendida.

COMER, BEBER, AMAR

Utilizamos el título de la inspiradora película de Ang Lee de 1994 para describir el ambiente de una vivienda en la que la relación con los hijos y los amigos pasa por estas tres acciones tan esenciales de la vida. Nos cuenta Eva que cuando diseñaron esta casa de madera, construida por la empresa Arquima, especializada en arquitectura industrializada con criterios de edificación pasiva, salud, sostenibilidad y máxima eficiencia energética, deseaban un espacio diáfano donde además de pasar tiempo con sus hijos pudieran compartir comidas y degustar sus destilados producidos en Mallorca con sus amigos. Una vida sencilla que se pudiera representar en un espacio acogedor, con una gran mesa de comedor para que cupieran muchos comensales sin necesidad de poner extensiones; una casa preparada para recibir, comer, beber y amar sin más lujos que el diseño bien hecho y los productos con alma, que son los cómplices de su vida cotidiana.