Cuentan Juanjo Pérez Moncho y Víctor Lledó García, al frente del estudio valenciano Nodopía, que este peculiar nombre significa el país de los nodos, es decir, de los espacios que se interrelacionan de forma no jerárquica, conformando una red. Que es lo que han puesto en práctica en esta vivienda encaramada en lo alto del Morro de Toix.
Uno de los puntos en que los arquitectos coincidieron con los propietarios en el briefing fue intentar mimetizar la vivienda lo máximo posible con el entorno. “Por eso, en lugar de elevarse dos o tres plantas, como la mayoría de viviendas de la zona construidas en los años setenta y ochenta, esta casa se ‘entierra’, y mediante el uso de cubiertas verdes se genera una continuidad con la vegetación de la montaña”, comentan los autores.
La fuerte pendiente de la parcela provoca que la construcción, de 468 m2, se desarrolle en tres niveles. Se accede al interior desde la cubierta ajardinada del nivel superior, que actúa también de mirador, proporcionando espectaculares vistas de la Costa Blanca, desde Calpe hasta Moraira –y de paso mejora la inercia térmica y el aislamiento de la casa–. Desde ahí se desciende para pasar primero por el nivel intermedio, donde está la suite principal, otro dormitorio y un rincón de trabajo, y desembocar por último en la zona de día de la planta baja, con salón, comedor y cocina integrados en un ambiente
diáfano.
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Para los arquitectos, la topografía no supuso un problema, sino una oportunidad para integrar la vivienda en la montaña, creando por un lado bancales de piedra caliza que se introducen en el interior y por otro, bancales blancos de la pieza edificada que se integran en el paisaje. “Además esta solución nos permite que las diferentes estancias de la casa cuenten con buenas vistas al no tener otros espacios delante. El aterrazamiento permite que cada planta disfrute de un espacio exterior a su mismo nivel”.
El interiorismo se trabajó al mismo tiempo que su arquitectura, logrando una simbiosis entre ambos. El mobiliario combina piezas de diseño propio con otras de estilo mediterráneo, buscando un equilibrio de materiales, tonalidades y formas. La iluminación se ha resuelto mediante luz indirecta alojada en candilejas en los encuentros de las paredes con el falso techo, creando un efecto de luz cenital que baña el muro. Para la iluminación puntual se ha optado por elementos de diseño suspendidos o de pie, que dotan al espacio de calidez.
Cubiertas ajardinadas y ventilación cruzada no son las únicas soluciones sostenibles: además de captar y reutilizar el agua de lluvia, la vivienda dispone de un tanque de oxidación total que limpia el agua de consumo para utilizarla en el riego por goteo de la cubierta verde. En todas las decisiones de diseño de esta casa, desde la geometría hasta la materialidad y la funcionalidad, anida el deseo de que paisaje y construcción sean uno solo.
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