Barefoot House –la casa de los pies descalzos en inglés– hace honor a su nombre y al uso que los dueños hacen de ella. Es una vivienda de nueva construcción situada en Clovelly, un tranquilo suburbio costero del este de Sídney. “El diseño ha capturado fielmente el espíritu de la familia para la que fue construida. Los propietarios suelen caminar descalzos desde la playa, recién salidos del surf”, comentan desde el despacho de Madeleine Blanchfield Architects, encargado de la arquitectura y el interiorismo.
“Los clientes querían una casa funcional con una sensación meditativa, que permitiera a sus habitantes conectarse entre sí y con el entorno natural”, añaden. Desde el acceso de la calle, paso obligado para quienes se dirigen a la bahía de Gordon's Bay, senderos con huellas de travertino serpentean entre la vegetación hasta llegar a un vacío a doble altura que antecede a la puerta principal de cristal. “El aislamiento, la sorpresa y la transparencia entran en juego antes de llegar a los espacios habitables”.
La estructura arquitectónica se organiza en torno a tres patios que garantizan el constante vínculo entre naturaleza e interior a la vez que permiten la circulación de luz y aire. “Los patios ofrecen momentos de pausa y amplitud, y vistas del cielo y la vegetación desde casi todas las habitaciones”. Con una planta de 200 m2 en forma de túnel, desde el patio de acceso se llega a una entrada acristalada, separada por un pasillo del garaje. Una sala de reuniones, el aseo de cortesía, la lavandería y la despensa preceden al patio central, desde donde parte la escalera que sube al piso superior. El patio central comunica visualmente con la cocina, el comedor y el salón, que conforman una estancia diáfana abierta a la terraza y al patio trasero, que se prolonga hacia la pradera y la piscina.

En el salón, sillón PK25, de Poul Kjærholm para Fritz Hansen, en Cult; mesita Squadra, de Dimore Studio y, detrás, Dolmen, de mármol, de Noé Duchaufour-Lawrance para Tacchini.
Pablo Vega
En el piso superior, a un lado del espacio vacío a doble altura del patio central, hay dos cuartos con zona de estar y baño compartido, y, al otro, un dormitorio adicional y el principal con baño y vestidor en suite. Evocadora de las playas cercanas, a la piedra de travertino se suman la madera, el revoco, el hormigón y la terracota. En cuanto al mobiliario, sus formas esculturales, en materiales naturales y crudos, reflejan los tonos del paisaje local. “A pesar del ritmo y el caos de criar una familia en crecimiento, siempre nos invade una sensación de calma cuando llegamos a casa. Esto se consigue gracias a la luz natural, los tonos suaves y la conexión con la naturaleza”, comentan los dueños, Caroline y Andrew McGuigan.