Con motivo de la apertura de BLESS Collection Madrid, de cuyo diseño integral se ha encargado Lázaro Rosa Violán, hablamos con el codiciado arquitecto de interiores, uno de los más importantes e influyentes del mundo. Violán, quien ha colaborado para firmas de diseño como Porcelanosa, Metalarte, Vergés o Guell Lamadrid, nos habla con entusiasmo de este último proyecto en el que se ha involucrado en cuerpo y alma. Si quieres estar al tanto de todos sus movimientos siempre le puedes seguir en su perfil de Instagram, ya que sube contenido con bastante asiduidad.
Precisamente en tu perfil te defines como “pintor por formación, viajero por convicción e interiorista por instinto”. ¿Por qué te especializaste en interiorismo después de estudiar arquitectura, y por qué decidiste estudiar arquitectura en vez de seguir la senda de la pintura?
A mi me gustaba el mundo de los interiores, quería verlos de una manera diferente, pero en España no había escuelas de interiorismo por aquel entonces, así que tenías que pasar por arquitectura. Viéndolo en retrospectiva, eso me ha funcionado, porque aunque es cierto que la actividad principal de mi estudio es el interiorismo, tengo trabajando conmigo a 141 arquitectos, así que se puede decir que el mío es un estudio de arquitectura. Nosotros abordamos los proyectos de una manera muy global. Y esto puede sonar estándar y pedante, pero lo primero en lo que pensamos es en la operatividad del proyecto: en la distribución, la circulación... En todo lo que el cliente final, a veces, no termina de ver porque se queda con la forma final, la guinda del pastel, pero que es fundamental.
El crítico de arte Hans Ulrich Obrist, durante las entrevistas que organizó en la Bienal de Arquitectura de Venecia de 2010, siempre empezaba preguntando acerca del momento de la epifanía en una obra. ¿Cuándo te diste cuenta de lo importante que era el diseño de interiores?
Yo me crié en Bilbao, y, por el motivo que fuera, me movía por unos lugares donde las cosas eran muy bonitas. También pasaba que cuando pintaba, mi momento de descanso era ir a cenar fuera, y a veces me encontraba con restaurantes feos, sin cuidar, con mala acústica, incómodos, con una iluminación inadecuada, y eso me hizo pensar que yo podía hacer algo diferente. Tuve la oportunidad de hacer un restaurante en Formentera que fue un exitazo y empezaron a llamarme de todas partes para proyectar restaurantes por todo el mundo; después llegaron los encargos de hoteles, y hasta hoy.
Otra definición de ti mismo que aparece en tu web es “soy creador de atmósferas”. ¿Qué quieres decir exactamente?
Los espacios están hechos de muchas capas, y algunas de ellas son invisibles. En esas capas invisibles ya estás fuera de lo literalmente estético. Está el perfume de un sitio, la percepción lumínica, la calidad acústica (que no es solamente que no haya ruido exterior). De hecho nosotros fuimos unos de los primeros en utilizar placas acústicas de auditorios, de salas de convenciones en los restaurantes. Ahora eso ya se ha estandarizado. Pero es muy importante no pasarse con eso tampoco, porque si es un local público necesitas que haya cierto ambiente; si te excedes con el aislamiento acústico se genera una situación antinatural. Pero la acústica es un punto de partida fundamental y complejo.
¿Y todo esto tiene que ver con aquello del total look?
Más que total look, me gusta utilizar la expresión “proyectos redondos”. Es una expresión muy española; en el extranjero no me entienden cuando digo round projects.
La palabra que más te he oído pronunciar durante la visita guiada al hotel BLESS Collection Madrid es “distinto”. ¿Qué hace distinto un diseño de Lázaro Rosa-Violán?
Yo vinculo la diferencia con el producto que me encargan. Si proyecto un hotel quiero que se distinga de la competencia. Nosotros no estamos al margen de las tendencias porque los clientes quieren cosas actuales. Pero yo lo que he buscado siempre es que cada cliente tenga su toque distintivo. Y ahí quiero enlazar con la noción de copia. Cuando la gente me pregunta: “¿Te molesta que te copien?”, pienso que es muy fácil fijarte en lo que hace el de al lado y no molestarte en buscar algo especial que te dé carácter. Y ahora que toda la información está a nuestra disposición, es más difícil todavía conseguirlo. Que no se confunda con la noción de sofisticado; yo me refiero al toque que te diferencia del resto.
¿Qué piensas del debate estilístico? ¿Tiene sentido en tu obra hablar de estilo?
Nosotros tenemos muchos estilos o ninguno. Yo me adapto. El rasgo característico de nuestros proyectos es precisamente la adaptación con el cliente, con el presupuesto, con el sitio en el que estás, con lo que te piden, con la inspiración que te produce el lugar. Por ejemplo, si tuviera que hacer este mismo proyecto hoy (el BLESS Collection Madrid) igual hubiera hecho algo diferente.
Una de las tendencias más destacadas del año 2018 fueron las colaboraciones entre arquitectos e interioristas. ¿Cómo véis eso desde la práctica de tu estudio?
Nosotros colaboramos con muchos estudios de arquitectura, pero muchas veces les queda un sabor amargo porque parece que solo se ve nuestro proyecto. Con lo que se queda el usuario de un hotel o el cliente de una tienda es con el diseño interior, ¡qué le vamos a hacer! Pero lo que a mí me interesa es establecer una relación en la que ellos también se beneficien porque lo importante es que haya una buena sintonía. Al final es una cuestión de generosidad.
Por último, me encantaría preguntarte qué te queda por hacer. Si te sugiero la palabra “sueño”, ¿en qué piensas? Porque seguramente tu sueño cuando empezaste en 2002 era uno y ahora sea otro.
Mi respuesta es muy abstracta. Pero últimamente tengo la sensación de que pese a tener una carrera muy corta, 15 años, me impresiona tener reuniones con ShangriLa o con Shinsegae (dos de las empresas más importantes de Asia, una de hotelería y la otra de retail). Encontrarme al frente de proyectos como esos ya me parece un gran sueño realizado. Nosotros estamos haciendo cosas muy importantes y llegar a ese nivel partiendo de cero y de una manera bastante honesta, es decir, haciendo lo que nos gusta de la mejor manera posible, a mí me impresiona. Porque yo sigo haciendo las cosas igual que cuando éramos dos en el estudio. Lo importante es que tanto el cliente que me encarga algo como el usuario de un espacio que hemos diseñado tenga la sensación de que lo hemos hecho exclusivamente para él.