El saber no ocupa lugar, dicen, pero cuando se acota en espacios sensibles con el entorno produce resultados espectaculares. La Cultura en mayúsculas ha sido la gran ganadora de los Premios FAD de Arquitectura 2023 fallados el 19 de octubre.
Los proyectos ganadores ex aequo han sido la Biblioteca Gabriel García Márquez en Barcelona, de Elena Orte y Guillermo Sevillano (Suma Arquitectura), y la Escuela Reggio en Madrid, de Andrés Jaque (Office for Political Innovation).
Ambos son proyectos que ya coleccionan varios reconocimientos: el primero fue elegido recientemente como la mejor biblioteca del mundo por la Federación Internacional de Asociaciones e Instituciones Bibliotecarias, mientras que el segundo ha sido premiado en la XVI Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo. Y ambos comparten también valores, como la sostenibilidad y la participación ciudadana como parte del diseño.
En la categoría de Interiorismo, el galardón ha recaído en la reforma del Cortijo Garciaz en Cáceres, de Jorge Vidal y Marcos Catalán. El jurado ha valorado en este caso "la expresión natural del nuevo diseño por medio de una materialidad basada en técnicas artesanales y una ejecución impecable. Se trata de un buen ejercicio de recuperación de una preexistencia".
Como es habitual, los Premios FAD también han reconocido propuestas en el ámbito de Ciudad y Paisaje –en este caso, el acondicionamiento del borde portuario de Porto do Son en A Coruña, de Juan Creus, Covadonga Carrasco (Creus e Carrasco Arquitectos SLP), Marcial Rodríguez, Alberto Redondo y Jose Valladares (RVR Arquitectos SLP)– e Intervenciones Efímeras (el proyecto Twist, una reinterpretación de las tradiciones y las estéticas del circo y el rock a cargo de Javier Jiménez (Studio Animal).
Como novedad, este año los Premios FAD han contado con un nuevo galardón, el PREMIO Re-FAD, creado para destacar la aportación en el marco de la rehabilitación, la reutilización y la regeneración. En esta ocasión el reconocimiento ha sido para el proyecto de renaturalización del Rec Comtal –la antigua acequia que desde la Edad Media surtía de agua a Barcelona– en el barrio de Vallbona, a cargo de Carles Enrich.