Ludwig van Beethoven dijo eso de: "La arquitectura es una música de piedras; y la música, una arquitectura de sonidos". Pero ¿qué pasa cuando esa música también busca ser respetuosa con el entorno, con el pasado y con el futuro? En Galicia, la respuesta a esta pregunta está cobrando forma gracias a una colaboración que nos ha llamado mucho la atención (y que nos ha dado mucha alegría). Si bien es cierto que Marta Ortega es conocida por su vinculación con el mundo de la moda y el arte, últimamente ha dado un paso decidido hacia otro tipo de belleza: la que se encuentra en los espacios habitables y sostenibles. Y no lo ha hecho sola. Junto a David Chipperfield, el famoso arquitecto británico que encontró en Galicia una segunda casa, está ayudando a redefinir lo que significa construir con conciencia en esta comunidad.

 

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David Chipperfield

David Chipperfield en Galicia

Adrián Capelo

 

Es curioso cómo a veces el destino parece trazar sus propias líneas, como si de un plano maestro se tratara. La Fundación Marta Ortega Pérez (MOP) y la Fundación RIA se han unido en un esfuerzo por elevar la arquitectura gallega a un nuevo nivel. ¿El objetivo? Crear un legado que no solo sirva al presente, sino que también inspire a futuras generaciones a considerar el impacto de cada ladrillo, de cada carretera, de cada parque. Es un desafío mayúsculo, pero si hay que algo caracteriza a este binomio, es su capacidad para imaginar lo que aún no existe y luego trabajar hasta hacerlo realidad.

Desde su fundación en 2017, la Fundación RIA ha estado en la vanguardia de la rehabilitación de centros urbanos y la mejora del espacio público en Galicia. Pero con el respaldo financiero de la Fundación MOP, su misión ha ganado aún más fuerza y ambición. No se trata solo de restaurar lo que ya existe, sino de pensar en cómo esos espacios pueden evolucionar de manera sostenible. Y aquí es donde la colaboración cobra especial importancia: RIA está dedicada a diseñar y ejecutar proyectos, pero también a asesorar a las administraciones públicas en cada paso del proceso, desde el análisis hasta la planificación y la ejecución.

Uno de los primeros frutos de esta colaboración es la convocatoria de un concurso para la creación de un centro social multiusos en la aldea de Muimenta, en Carballeda de Avia. Esta aldea modelo, que busca servir de ejemplo para otras localidades, será el escenario donde se pondrán en práctica muchas de las ideas que RIA y MOP promueven. No es una simple construcción más, sino una apuesta por un diseño que respete la identidad local y que, al mismo tiempo, sirva a las necesidades contemporáneas de sus habitantes. Este tipo de intervenciones son cruciales para demostrar que lo nuevo no tiene que ser enemigo de lo viejo, sino que ambos pueden coexistir.

 

Marta Ortega Perez

La empresaria española es una visionaria.

Inditex

 

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Muimenta es solo el comienzo. Este año también se celebrarán otros dos concursos: uno para la transformación urbana y de movilidad en A Pobra do Caramiñal, y otro para el diseño de un nuevo modelo de parque empresarial en Porto do Son. En cada uno de estos proyectos subyace una filosofía clara: cada lugar tiene su propia identidad y esa identidad debe ser potenciada, no borrada. Es un enfoque que contrasta con las urbanizaciones y polígonos industriales genéricos que proliferan en muchas partes del mundo, y que a menudo parecen ajenos al contexto en el que se insertan.

 

Además de los concursos, la Fundación RIA, con el apoyo de la Fundación MOP, ha puesto en marcha talleres formativos dirigidos a estudiantes de arquitectura y disciplinas afines. Estos talleres no solo buscan formar a los arquitectos del mañana, sino también ampliar su visión sobre el papel que la arquitectura puede y debe jugar en la sociedad. Este año, por ejemplo, un grupo de estudiantes se centrará en los barrios residenciales periféricos de Santiago de Compostela, analizando cómo estos espacios pueden ser reimaginados para mejorar la calidad de vida de sus habitantes.

La apuesta de Marta Ortega por la arquitectura sostenible en Galicia no es solo un gesto filantrópico, es una declaración de intenciones. Es el reconocimiento de que, en un mundo donde los recursos son finitos y el impacto de nuestras acciones es cada vez más evidente, la forma en que construimos importa. Y no solo en términos estéticos, sino también en términos sociales, económicos y medioambientales. Galicia, con su rica tradición cultural y su impresionante paisaje, merece proyectos que estén a la altura de su legado.