Desde hace décadas, los electrodomésticos Braun son una presencia habitual y útil en nuestros hogares. Lo que quizá pocos sepan es que detrás de la eficacia de líneas sencillas que exhiben esos aparatos está el minucioso trabajo de Dieter Rams, un diseñador industrial cuya influencia es tal que incluso puede rastrearse en iconos actuales de la tecnología con calidad estética como los productos Apple (algo reconocido por el propio Jonathan Ive, jefe de diseño de la marca de la manzana).
Es la paradoja del buen diseño: cuando algo está bien hecho, su funcionalidad nos parece tan lógica y se integra tan fluidamente en nuestra vida cotidiana que a veces perdemos la perspectiva de que esa aparente simplicidad es el fruto de una mente privilegiada que fue capaz de vislumbrar lo que hoy nos parece algo normal y habitual.
Los creadores que presentamos nos legaron piezas extraordinarias que han trascendido lugares, épocas y modas para convertirse en clásicos contemporáneos. Pero su singularidad es la culminación de un trabajo incansable en innovación y experimentación con formas, materiales y técnicas que acabó permeando la mayoría de objetos que nos acompañan en la casa.
Las sillas y butacas de Hans J. Wegner, Finn Juhl, Arne Jacobsen y Poul Kjaerholm no se entenderían sin el dominio previo de la madera y el acero curvado por parte de este cuarteto de ases daneses. Los patrones de colores y texturas que crean armonías en los tapizados y tejidos de nuestros interiores deben mucho al trabajo de Alexander Girard. Harry Bertoia y Tapio Wirkkala demostraron la ductilidad del entramado de alambre y el vidrio soplado para crear objetos bellos y prácticos. El mobiliario de plástico es hijo, en gran medida, de las aportaciones del matrimonio Eames o Robin Day (suya es la silla Polyprop, la primera pieza que aprovechó las ventajas de la producción en masa con inyección de plástico). Con su Minikitchen, Joe Colombo fue precursor de la maximización espacial en nuestras menguantes viviendas urbanas. La lámpara TMM de Miguel Milá es el epítome de lo que uno espera del buen diseño: simplicidad y flexibilidad (la pantalla puede regularse en altura, cambiando su aspecto y la funcionalidad). Y así sucesivamente. Por eso, en cada objeto que puebla nuestros hogares anida el alma de estos precursores de lo bello y lo útil.