Finn Juhl se hizo popular por crear muebles inusuales y expresivos, inspirados en el arte moderno; piezas escultóricas influenciadas por el surrealismo, en las que prevalecían las formas orgánicas, las líneas suaves, surgidas de una precisa técnica de ebanistería entonces adaptada a las primeras producciones de muebles de teca y tapizados a nivel industrial.
Sin embargo, durante demasiados años, sus muebles permanecieron en la sombra. Fue en 1991 cuando la compañía danesa Onecollection decidió sacarlos a la luz y empezó a reeditarlos uno por uno hasta llegar a la mágica cifra de los 40. Y sigue sumando.
Finn Juhl cursó estudios de arquitectura, pero empezó a diseñar muebles porque no le gustaba los que encontraba en las tiendas. Esta condición de autodidacta le condujo a imaginar formas que ningún alumno especializado hubiera osado, llevando la madera, especialmente la de teca, a lugares nuevos, insólitos.
La silla 45 y toda la colección de piezas que realizó Finn Juhl a lo largo de su prolífica vida, desde la silla Pelican hasta el sofá Poet, tienen aquello que los daneses denominan hygge, y que hace referencia a un encanto especial, a un sentimiento de ternura y comodidad que se aplica tanto a personas como a cosas.
Compartió con algunos de sus contemporáneos escandinavos la visión democrática del diseño, reivindicando la “belleza para todos” que proclamó Ellen Key y que acuñó la Asociación Sueca de Artesanía y Diseño Industrial. Y diseñó en base a la funcionalidad, como demuestra la agujereada mesa Silver. Una muestra más del talento de este danés: 50% osadía, 50% trabajo.