No se puede profundizar en la trayectoria profesional de Achille Castiglioni y en la trascendencia de su contribución si no se conoce su íntima vinculación con su ciudad natal, Milán, un polo que supo hacer del diseño una marca de identidad y en la que el maestro se benefició de una fortuita combinación de circunstancias que convirtieron el diseño italiano en el mejor del mundo.
La trayectoria de Achille apabulla: nueve Compasos d’Oro, el primero en 1955 y el último en 1989; catorce obras en el MoMA de Nueva York y muchas otras repartidas por los más renombrados museos del mundo; premios y condecoraciones innumerables, y, sobre todo, un prestigio y un reconocimiento sin fisuras.
Miembro de una estirpe de hombres creativos –su padre Giannino Castiglioni fue un reputado escultor, y sus hermanos Livio y Pier Giacomo arquitectos como él–Castiglioni se ayudó de la fantasía, la inteligencia y la voluntad, aplicando a su trabajo un método riguroso que le permitía alcanzar la perfección técnica.
Siempre creyó que los objetos cotidianos eran un gran catálogo en que encontrar inspiración. Por eso acudía a sus clases en la Politécnica de Milán con una enorme bolsa “Mary Poppins” de la que, ante la sorprendida y curiosa mirada de sus alumnos, iba extrayendo su personal colección de objetos, hallazgos que iban desde un juguete africano a un palo de madera encontrado en el bosque, pasando por un taburete para ordeñar.
A través de argumentos antropológicos explicaba a sus alumnos la relación entre forma y función, “ingredientes necesarios pero no los únicos”. Les aconsejaba que utilizaran siempre el sentido común y los recursos disponibles, y se olvidaran del estilo: “Lo que ustedes necesitan es una constante y consistente manera de diseñar, no un estilo".
A lo largo de 60 años, Achille Castiglioni elaboró un sólido discurso sobre el diseño en el que, además de teorizar, aportó claves prácticas para las nuevas generaciones: trabajar sin imponerse límites, ser minimalista o expresionista según la necesidad a resolver, y dar a todo objeto una segunda oportunidad.