En una época en la que el diseño todavía no estaba reconocido en España, la labor de Miguel Milá, junto con la de otros pioneros como André Ricard (1929) a finales de los años cincuenta representa el punto de arranque y la toma de conciencia del diseño como disciplina autónoma, pues hasta entonces la labor de crear muebles y objetos había estado en manos de arquitectos o de figuras anónimas.
Miguel Milá tiene uno de los currículos más brillantes del diseño español. Ha creado piezas eternas, como las lámparas TMC y Cesta, ambas editadas, como muchos otros diseños suyos, por Santa & Cole. Más de medio siglo después, sus creaciones siguen siendo un referente para las nuevas generaciones y muchas de ellas pasan de manos, se reeditan y siguen vendiéndose convertidas en muebles y objetos inagotables, que son pura historia del diseño.
Su labor está más próxima a valores como la constancia que a caprichosos picos de creatividad. El se define como un "conservador progresista": "El progreso de mucha gente en realidad consiste en destrozarlo todo y volver a empezar. A mí me interesa lo contrario: aprovechar todo lo que está bien".
Mucha humildad y horas de trabajo son la fórmula que le ha llevado al éxito. Haciendo honor a esa frase del torero El Gallo que a Milá le gusta tanto citar: "Clásico es aquello que no se puede hacer mejor".