Raw es el nuevo anglicismo que añadir a nuestro vocabulario cuando hablamos de decoración, no solo de alimentación. Significa en inglés crudo, bruto, puro, tosco, sin pulir. Adjetivos todos que se pueden aplicar a los materiales cuando no se les somete a un tratamiento que modifique su aspecto natural.
El gusto por los materiales sin “maquillar” gana adeptos cada día impulsado por la búsqueda de un estilo de vida más armónico con la Naturaleza, más saludable, sostenible y auténtico. Una búsqueda a la que nos lanzamos no solo por el rechazo a los tratamientos químicos que perjudican el medio ambiente y nuestra salud; también porque cada vez más asociamos lo natural con sensaciones de calma, calidez y bieniestar.
En este regreso a lo “primitivo” y esencial anida una reivindicación de la belleza sin aditivos. Aliados de esta tendencia son las maderas en su estado original, mostrando vetas y grietas; piedras sin pulir; ladrillos hechos a mano; cerámicas artesanales; cemento y hormigón que se dejan a la vista, sin enlucir; revestimientos de cal; paredes de mampostería o de ladrillo manual; pigmentos naturales que crean pátinas minerales; metales oxidados; fibras naturales, como el mimbre o el yute; tejidos de lino, lana o algodón; el cuero que muestra sus propias cicatrices, tono y textura, e incluso papeles pintados que reproducen alguna de estas texturas.
La madera es un material constructivo y decorativo que permite infinidad de acabados, pero es en su estado original cuando muestra toda su belleza, sin necesidad de desvirtuarla con pinturas ni barnices que oculten sus vetas, solo aplicando un acabado al aceite para protegerla de agentes externos y de insectos. Las maderas recicladas dejan ver el paso del tiempo sobre su piel y son cómplices de la sostenibilidad. Cuando se utilizan como parte de la estructura tienen un alto valor estético debido a sus intrincadas conexiones que forman un patrón distinto en cada espacio.
En las rehabilitaciones de edificaciones antiguas, restaurar los elementos arquitectónicos originales como bóvedas de piedra, cerámica manual y todas las texturas que ofrecen las paredes de piedra puede llegar a convertirse casi en un trabajo de arqueología, pero el resultado es siempre brillante. La recuperación de técnicas artesanales tradicionales, que casi se perdieron en aras de la industrialización, va asociada a la tendencia raw.
Materiales como la cal, utilizada en enfoscados y revocos, necesitan de auténticos profesionales para su manipulación. La cal es una materia prima que procede de la descomposición por calor de las rocas calizas a temperaturas por encima de los 900 0C, lo que produce el óxido de calcio (cal viva). Según la pureza de la roca original obtendremos dos grupos de cales importantes: cales aéreas y cales hidráulicas. A ambas se les pueden añadir pigmentos naturales para proporcionarle esos colores minerales que nos conectan con la tierra.
Por su parte, las piedras naturales nos ofrecen la oportunidad de variar su aspecto superficial según el acabado que se les aplique. Para obtener superficies rugosas se puede elegir, según el tipo de textura que se desee lograr, entre acabado flameado, apomazado, arenado, serrado, partido o anticatto. Vale la pena conocerlos porque realmente cambian sustancialmente el aspecto de la piedra y del espacio.
El ladrillo manual visto, utilizado en paredes y suelos, está muy vinculado a esta vuelta a las texturas rugosas. El ladrillo de barro macizo añade autenticidad y belleza a cualquier ambiente, pero además es eterno: durará más que nosotros y añadirá trascendencia a nuestros hogares.
Para acabar, hay que recordar que el equilibrio es fundamental en todos los aspectos de la vida, también en la vida doméstica, por lo que no debemos olvidar combinar lo rugoso con otros acabados más refinados y actuales, para no caer en una rusticidad no deseada. El eclecticismo, combinar distintos estilos en un mismo ambiente, añade creatividad y un interesante contraste en el que cada diseño y cada textura brillan con luz propia.