En la actualidad, alrededor del 56 % de la población mundial reside en áreas urbanas. Una tendencia que va en aumento, ya que se estima que para 2025 siete de cada 10 personas vivirán en ciudades. Debido a la expansión de las grandes urbes, resulta cada vez más difícil escapar del agobio de éstas y disfrutar de la naturaleza. Cuando llegó la pandemia, la compra de viviendas empezó a centrarse en hogares más grandes. Sin embargo, en los últimos años los datos no mienten, el tamaño medio de las viviendas que se venden se ha reducido en ocho metros cuadrados en total.
Estudios recientes confirman que nuestro bienestar físico y mental mejora en un entorno con luz y ventilación natural, así como con vistas a zonas verdes. Por eso, no es ninguna casualidad que la biofilia haya sentado la base de un diseño holístico que pretende restablecer una conexión con la naturaleza. El término biofilia fue introducido en los años 60 por el psicólogo estadounidense-alemán Erich Fromm y se traduce literalmente como "amor (filia) por la vida (bio)". El auge de esta corriente explica por qué cada vez más arquitectos y decoradores tienen como objetivo vincular dentro del diseño de interiores a la naturaleza con el ser humano, especialmente útil en espacios pequeños.
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Presencia de plantas y flores
La manera más fácil de introducir la naturaleza en una vivienda de tamaño reducido es a través de las plantas. Con una pared completamente verde se puede crear incluso un jardín vertical de interior. Por otra parte, la decoración con flores también aporta confort, y por eso no extraña que la denominada terapia floral o florapy últimamente esté en auge. Además, puesto que cada flor cuenta con un significado y una connotación emocional, incorporarlas a la decoración e incluso cambiarlas con frecuencia es una manera perfecta de acercarse a uno mismo.
Una paleta de tonos naturales
Otra solución para integrar biofilia en espacios pequeños es jugar con la paleta de colores. En este caso, escoger las tonalidades presentes en la naturaleza pueden ser una importante fuente de inspiración en el mundo del diseño biofílico. Por ejemplo, la amplia gama de tonos verdes presentes en la naturaleza va de la mano de tonalidades tierra que pueden contrastar con las explosiones de color del mundo floral. Y como los colores también influyen en el estado de ánimo, la elección cromática ha de ser diferente para cada estancia. Así, para el dormitorio, los expertos recomiendan decantarse por tonos de gris neutros o azules relajantes. En cambio, en la zona del desayuno se puede acercar el sol a la casa jugando con el amarillo y el naranja.
Crear rincones personales
Que la vivienda sea pequeña no debe ser un impedimento para que en los metros cuadrados disponibles se cree un espacio personal dedicado a relajarse y recargar energías y cuidar la salud mental. Un lugar rincón acogedor en el que leer, un espacio de meditación o una zona de creativa, en la que pintar, escribir o hacer manualidades, funcionan como santuarios personales en los que encontrar un escape al estrés diario.
A la hora de decorar la casa, el objetivo se dirige a de "sentir" y dejarse inspirar por la naturaleza más auténtica. Porque la biofilia no se reduce al uso de vegetación y abarca más materiales. Por ejemplo, la madera de un antiguo tronco de árbol, áspero y desgastado, puede ser perfecta para usar como mesa de centro, y también la elección de un suelo de madera recuperada puede ayudar a diseñar una decoración natural y sostenible.
Optar por muebles con formas orgánicas y revestimientos de pared naturales o con motivos de hojas, así como decorar con conchas o musgo es también otra manera de incorporar la naturaleza al hogar. A diferencia de otras tendencias más rectas e inflexibles, la biofilia no impone reglas y no todo debe quedar perfecto, pues en la imperfección encuentra también belleza.