Rústica pero contemporánea, local pero diferente, neutra pero con mucho color: así es esta vivienda de dos plantas y 150 metros cuadrados diseñada por studioNolet en el Baix Empordà. Encaramada a una colina y con vistas espectaculares a un valle boscoso, desde su fachada la mezcla de elementos y materiales se hace presente. Por un lado, un patio de ladrillo, por otro un revestimiento estándar de cal que dialoga con la arquitectura tradicional de la zona. En conclusión, un estilo rústico totalmente reinterpretado que también podemos ver en el interior. "Nuestra materialización proviene en parte de la observación de las técnicas y tradiciones constructivas tradicionales locales, como el uso de bóvedas de cerámica, pavimentaciones de arcilla en escaleras y terrazas exteriores, o la forma en que las chimeneas se rematan con celosías de ladrillo visto. Sin embargo, no queremos ser nostálgicos acerca de la adopción de este tipo de formas y, por ejemplo, hemos aceptado felizmente que las bóvedas de cerámica están hoy en día más prácticamente sostenidas por vigas de hormigón prefabricado en lugar de las vigas de madera quizás más tradicionales", explican los arquitectos. Así, los elementos rústicos se mezclan con técnicas de construcción contemporáneas ofreciendo lo mejor de ambos.
La casa, construida como vivienda familiar y con la idea de poder recibir invitados, cuenta con una sala de estar en el nivel inferior, una cocina y un comedor. Todo organizado en torno a un patio central que es el verdadero protagonista de esta casa de campo. En la segunda planta, un dormitorio principal con baño en suite y terraza, y en el otro lado de la casa un "ala de invitados" separada con dos dormitorios y baño independiente. "Todos los espacios de la casa varían en proporciones, y cada habitación tiene una ventana con una configuración diferente de su acristalamiento y umbral. Todos tienen un tamaño modesto para limitar la ganancia solar, y el patio le da un segundo aspecto a la mayoría de las habitaciones", aclaran.
El proyecto está construido en gran parte con materiales arcillosos de origen local, como bóvedas de cerámica, ladrillos, tejas de cantera y tejas vidriadas. Sus tonalidades naturales se realzan con yeso blanco y se combinan con diversas carpinterías pintadas en tonos artificiales de verde y ámbar, vinculando los interiores con los pinos circundantes. Una explosión de color que esconde sorpresas en muchos rincones.