A solo dos horas al norte de la ciudad de Nueva York, en el paraje rural del valle del río Hudson, entre tierras de cultivo, se encuentra este granero del siglo XIX que es un alarde de arquitectura pasiva. Con revestimiento negro y los marcos de las ventanas de color rojo brillante, esta construcción es el resultado de la colaboración entre su propietario Ian Hague y los arquitectos Barlis Wedlick, que están especializados en viviendas energéticamente eficientes. Para la decoración del interior, la madera convive con muebles antiguos y de autor y crea un espacio cómodo acogedor en el que refugiarse.