Workstead es el estudio neoyorquino liderado por Robert Highsmith, Stefanie Brechbuehler y Ryan Mahoney, que ha proyectado la ampliación y renovación de Shelter Island, un refugio que perteneció al interiorista Melvin Dwork. Situado en el tranquilo enclave del East End de Long Island, y construido en 1940, destaca por su cubierta a dos aguas de inspiración eclesiástica y por estar revestido con placas de cedro en tejados y fachadas. El diseñador encargó en vida a su amigo y arquitecto Harry Bates que ideara en los años noventa un ala para agrandar la cabaña en forma de L hacia la parte trasera.
La historiadora Judith Gura decía que Dwork "trabajaba conscientemente para evitar cualquier sugerencia de tendencia en la moda", y así ha actuado Workstead que, además, ha puesto en práctica la humildad y el vocabulario de diseño discreto propios de Dwork. También para cumplir una promesa que el actual dueño, el agente inmobiliario Nick Gavin, le había hecho antes de que aquel falleciera: mantener su proyecto sin cambios, salvo instalar una piscina en el jardín. Gavin consiguió su casa ideal de soltero, "un loft grande y abierto con techos de 4,5 metros" –dice–, hasta que conoció a la modelo de moda Katrin Thormann, con la que tuvo a su hija Greta.
Creció la familia, y el que iba a ser un destino de fin de semana y estancias esporádicas debía crecer y convertirse en un refugio donde pasar la mitad del año. "Ambos estaban realmente enamorados de la casa, y tenían también mucho respeto por Melvin, así que querían tratar lo que había allí con mucha deferencia", explica Ryan Mahoney. Con esta condición, Workstead trazó un volumen de 6 por 9 metros donde acomodar un pabellón para el dormitorio de la pareja.
La nueva construcción se erige estratégicamente tras la cabaña, que ahora tiene planta en forma de U y se distribuye en salón, cocina, cuarto infantil y de invitados, baños y el dormitorio principal, que ocupa los 58 m2 adosados. Para lograr los 216 m2 actuales, se reemplazó la chimenea de Bates por un corredor acristalado y con cubierta a dos aguas, siempre siguiendo un criterio estético que respeta lo existente.
A ello, Gavin ha añadido una colección de arte y mobiliario tan escueta como singular, a base de piezas únicas como la butaca con otomana de Tapiovaara, muy al estilo chic, práctico y sin alardes de Melvin. "Cosmopolita sin pretensiones", así calificó Gura el trabajo de Dwork. Tratar de evitar el estilo de los Hamptons es un reto cumplido que responde al mismo lema.