Desde la invención de la forja del hierro y el acero en la prehistoria, el metal siempre ha estado presente en la arquitectura, sea como ornamento o como elemento estructural en cerramientos, cubiertas, vigas y columnas. La mejora de las técnicas de producción y la creación de aleaciones más ligeras, dúctiles y resistentes ha permitido que el metal adopte nuevos lenguajes compositivos que van más allá de sus propiedades técnicas. Con acabado brillante o áspero, en chapa o perforado, el metal posee unas cualidades expresivas muy apreciadas para recrear estéticas y conceptos muy diversos, desde la evocación industrial hasta un carácter más tectónico y apegado a un lugar determinado. Es, además, un material con capacidad de evolucionar y envejecer con nobleza, adoptando colores y texturas muy atractivas a través del tiempo.
En la actualidad son tres los revestimientos metálicos más utilizados en la arquitectura doméstica. El acero cortén tiene una composición química que lo protege frente a la corrosión atmosférica sin que pierda sus propiedades mecánicas. Su propia oxidación la protege de que la corrosión penetre en el interior de la pieza, por lo que no es necesario ningún tratamiento protector adicional como la pintura o el galvanizado.
La tradición milenaria del cobre ha encontrado en la arquitectura y el diseño actuales un nuevo aliado. Muy maleable, dúctil y duradero, ofrece infinitas posibilidades gracias a una amplia gama de colores –desde el rojo anaranjado hasta el verde almendra, pasando por el marrón chocolate– y sus aleaciones: el bronce y el latón. Antibacteriano natural y 100% reciclable, la utilización del cobre se acerca también al concepto de "ecodiseño".
El aluminio es el más ligero de los metales. Esta cualidad, unida a su resistencia a la corrosión, es determinante para su utilización como material estructural en muchos sectores industriales, incluido el de la construcción. Su resistencia se puede ajustar para adaptarse a cualquier uso y aplicación mediante la aleación adecuada con cobre, silicio y magnesio. Aunque para producirlo se consume mucha energía, luego puede reciclarse y reutilizarse tantas veces como se quiera sin que pierda sus propiedades.