Sobran las dudas alrededor del dilema que plantea el deseo de espacio cuando las dimensiones reales con que contamos son más bien pequeñas. Para el interiorista Thomas Meeschaert, la respuesta es clara como el agua: la luz. Nos lo demuestra en su propia casa, situada en el centro de la ciudad de Gante (Bélgica) y, sin embargo, silenciosa como si estuviera rodeada de un bosque. Y más espaciosa de lo que indica la superficie nominal. Los ladrillos rojos de la fachada se repiten en las paredes que circundan el jardín y en la terraza del fondo. “Queríamos –explica Meeschaert– que la casa diera sensación de espacio, así que trabajamos alrededor de la luz del día. En cada rincón de la casa, la luz agranda las dimensiones”. La distribución solo ha considerado las habitaciones necesarias, y ha favorecido con luz natural sobre todo los lugares de trabajo: “El estudio está en casa, y nada me hace más feliz que la luz natural ilumine las mesas en que nos concentramos en cada proyecto”, dice Thomas Meeschaert. La paleta cromática y los materiales naturales (como la pintura a base de arcilla) han colaborado en la creación de la atmósfera deseada. Ilusión de espacio, a través de la luz.
El mobiliario que decora los espacios no es en tonos claros por azar. Tanto la mesa de Marieke Decuypere, que ocupa una gran parte del comedor, como la sillón Cuba de Morten Gøttler para Carl Hansen & Søn, por citar dos ejemplos, son de colores neutros y contribuyen a amplificar el espacio.
La cocina de esta casa merece una atención especial.Con una isla en mármol de Carrara, proyecta una luz especial al proyecto. Los armarios de la parte trasera, en color crema, se funden en el espacio y ayudan a dar la atmósfera de continuidad buscada por el interiorista. El mismo tipo de mármol se repite en la bañera, situada en el piso de arriba, en un baño que comunica con el dormitorio y que contribuye a dar sensación de profundidad.