Cuando el estudio de Karen Karapetian recibió de su cliente la petición de modernizar este apartamento en Moscú se encontró con una vivienda antigua, con un pasillo poco funcional y una distribución obsoleta. Tras su intervención, los 77 metros cuadrados se aprovechan al milímetro y están pensados para la evolución de las necesidades de sus clientes, que buscaban tener una cocina- salón en la misma estancia, así como una oficina en casa que en el futuro se transformará en una habitación para niños. Todo en el apartamento está diseñado a medida para maximizar cada espacio e integrar soluciones de almacenamiento para sus nuevos propietarios.

Una paleta cromática sobria, en la que el color blanco es el protagonista, permite que los propietarios jueguen con pinceladas de color, como el azul, y con materiales como la madera, para generar contraste.