Se conocieron en un estudio de arquitectura de Madrid. "Decidimos venirnos juntos a Barcelona a estudiar un máster", cuenta Mireia Luzárraga (Madrid, 1981), quien junto a Alejandro Muiño (Barcelona, 1980) forma el estudio Takk. El nombre se lo deben a uno de sus grupos de música favoritos, los islandeses Sigúr Ros. "Como no esperaban que su primer álbum tuviera tanto éxito, el segundo lo titularon Takk, que en su idioma significa gracias", explica Mireia. Después de pasar unos años en l'Eixample, fijaron su sede en l'Hospitalet de Llobregat, en la conurbación de la capital catalana, en una nave que les permite desarrollar una vida personal y profesional a medida.

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Tropical Bathroom (2022), o cuando el baño no tiene por qué ser disfrutado individualmente.

Tropical Bathroom (2022), o cuando el baño no tiene por qué ser disfrutado individualmente.

José Hevia

En este espacio, "con el paso de los años han ido apareciendo 'setas', que son las que habitamos", comenta Alejandro. 'Setas' como la habitación de invierno, forrada de espuma y pelo, o la habitación de verano -"que es todo lo contrario"- y a la que se trasladan cuando empieza a hacer calor. "Intentamos liberar siempre el centro porque aquí es donde construimos", añade.

Recién aterrizada de Nueva York, donde imparte clases de arquitectura en la Universidad de Columbia, Mireia describe la metodología de trabajo que siguen. "Cuando llega el encargo mantenemos conversaciones en las que salen desde lecturas que hayamos tenido sobre pensamiento crítico, ecología o feminismo hasta cuestiones concretas que están pasando en el mundo y que nos parece interesante investigar, y empezamos a explorar cómo formalizar el proyecto".

Cohabitation Dome (2022), para la Bienal de FRAC, en Centre-Val De Loire (Francia), alude a una sociedad cooperativa.

Cohabitation Dome (2022), para la Bienal de FRAC, en Centre-Val De Loire (Francia), alude a una sociedad cooperativa.

José Hevia

Así han nacido viviendas como la 10K House, la reforma de un piso en Barcelona con un presupuesto de 10.000 euros siguiendo criterios medioambientales. "Elevamos todos los elementos de la casa, y eso nos dejaba libre el paso de instalaciones de agua y electricidad", revela. También decidieron no enfoscar "porque esto es algo que pueden hacer los propietarios a posteriori".

Otro de sus hits es Tropical Bathroom. "Es un tema sobre el que queríamos reflexionar y proponer alternativas. El baño no tiene por qué ser un lugar para ser disfrutado a título individual, esta idea tiene mucho que ver con la tradición católica del pecado de la carne...Si vas rascando, todo está mal", reflexiona entre risas. En su cada vez más larga lista de intervenciones en el espacio público, como los pabellones que realizan en la escuela de diseño Elisava de Barcelona junto a los alumnos, buscan "generar una discusión que sea capaz de imaginar futuros deseables".

El Elisava Fall Pavilion (2023), un taller de plantas endémicas sobre la importancia de la vegetación para el cuidado del suelo en las ciudades.

El Elisava Fall Pavilion (2023), un taller de plantas endémicas sobre la importancia de la vegetación para el cuidado del suelo en las ciudades.

José Hevia

Lenguaje visual

La exótica y aplaudida manera de presentar sus ideas les caracteriza y les representa. "Es muy importante para nosotros socializar nuestros proyectos; que no solo vayan dirigidos a una minoría, sino que actúen más bien como un reclamo que invite a la gente a hablar". No por azar, en sus obras abundan el color rosa y las formas curvas. "Si estamos de acuerdo en que toda la historia de la arquitectura se ha construido bajo una perspectiva de hombre blanco, heterosexual, europeo..., ¿por qué no intentamos encontrar otros marcos estéticos para intentar revertir esta cuestión?", se pregunta Mireia. A sus pupilos de Nueva York se suman ahora los de la Universidad de Tokio. El mundo es suyo.