Coherente, abstracta, racional, exploradora visual de los espacios creados. Son algunos de los apelativos de la obra de Alberto Campo Baeza que le hicieron merecedor de la Medalla de Oro de la Arquitectura en 2019, la distinción más alta de la profesión en España, concedida desde 1981 por el Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España (CSCAE). Hablamos con el arquitecto vallisoletano, Premio Nacional de Arquitectura en 2021.
No hay concesiones al estilo Campo Baeza en la Casa Raumplan. Es de un blanco impoluto, dos lados de la casa resultan completamente ciegos y dice la memoria que aquí 2+2+2 es más que 6.
La casa mira a la cornisa de Madrid porque desde allí las vistas son maravillosas. Los huecos de las ventanas se ajustaron en obra, ya hecha la estructura, para enmarcar con precisión el paisaje. El esquema espacial de la casa es el resultado de conectar una doble altura con otra doble altura, surgiendo así entremedias un espacio diagonal. Luego, tras girar el eje, se añade un tercer espacio también de doble altura. Con ese movimiento helicoidal se generan tres dobles alturas con sus respectivos espacios diagonales, concatenados. Por eso digo que 2+2+2 es más que 6. El espacio diagonal con la luz proveniente de una ventana alta orientada al oeste es un mecanismo que aparece en la casa pompeyana. Así se marcaba el paso del tiempo. Pero como en esta casa la orientación es sur porque mandan las vistas, el resultado es un poco diferente.
¿Qué grado de libertad tiene al construir una casa?
En las dos últimas, esta que llamamos Raumplan y la Casa del Infinito, he tenido la máxima libertad por parte de los clientes. Responden al sitio donde se encuentran y a una idea muy clara, muy radical. La primera es como un periscopio que se levanta y mira a la cornisa de Madrid. La segunda es una plataforma delante del mar metida en la arena de la playa y hecha casi con arena. A mí me hubiera gustado ir más allá y que dentro, bajo esa plataforma, todo se hubiera resuelto en un único espacio, donde tuvieran lugar todas las funciones. Pero no puedes cambiar la vida a las personas así como así y desarrollé un programa más ortodoxo.
¿A qué se debe esta visión tan abierta de la vida doméstica?
La sociedad actual, en vez de disfrutar con la poesía, el cine o el teatro, prefiere caer en el horror vacui y atiborrar sus hogares de cosas. La mía solo tiene 25 metros cuadrados. El cuarto de baño se sitúa en un rincón y la cama es escamoteable para que cuando no estás durmiendo el espacio se encuentre despejado. ¿Se necesita más? Pues no. Cuando yo era pequeño, no quedaba más remedio que niñas y niños compartiéramos el mismo dormitorio, y éramos bien felices así. No está tan claro que el único modelo de vida tenga que ser el de los espacios compartimentados.
Pero los hombres somos coleccionistas por naturaleza. Nos encanta apilar cosas.
Yo también soy vanidoso y confieso que acumulo las revistas y los libros donde se han publicado mis trabajos. Pero estamos en el tercer milenio. Todas las revistas, libros y películas caben en un archivo de HD. A mis alumnos les digo que llegará el día en que con un mando a distancia controlarás una nube que funcionará como una lámpara, con la intensidad que quieras. También habrá pintura lumínica para pintar nuestras paredes y otras innovaciones sorprendentes. Es un buen ejercicio el repensar la forma de vivir.
La sociedad prefiere caer en el horror vacui y atiborrar sus hogares de cosas. La mía solo tiene 25 metros cuadrados
En esta investigación de la arquitectura del mañana, ¿cuál ha sido su mayor logro técnico?
Las oficinas del Consejo Consultivo de Castilla y León, en Zamora. Es una pieza de vidrio sin junturas metálicas; la tienda de Apple en Nueva York junto a Central Park, que son cajas de vidrio preciosas, las tiene. Fue posible gracias a que la industria puede producir hoy un vidrio plano de grandes dimensiones, natural y extraclaro –sin coloraciones verdes–, soldado con silicona estructural, un material reciente que todavía da miedo utilizarlo. Yo tuve la suerte de trabajar junto a unos constructores de fachadas capaces de arriesgarse a poner en pie esta solución. El resultado es muy hermoso, y después de cuatro años no se ha movido ni un milímetro.
Tiene dos frases maravillosas. Una es que la luz construye el tiempo.
Parece un aforismo redondo pero no es un invento mío. Siempre ha sido así en la arquitectura. El óculo de la cúpula del Panteón de Roma funciona como un reloj: el paso de la luz por las paredes nos indica la hora del día, el paso del tiempo. Yo tengo un proyecto (en el cajón) consistente en una caja dentro de otra caja, las dos traslúcidas con las mismas perforaciones, de forma que cuando pasa el sol hay un momento en que coinciden los agujeros y la luz pasa, pero enseguida desaparece, y al poco tiempo vuelve a aparecer, dejando constancia así del movimiento del tiempo. Tempus fugit, decían los romanos.
La otra es que la luz es el material más lujoso que existe.
La arquitectura es luz y no me he olvidado de emplearla, como lo han hecho muchos arquitectos. Será porque es gratis y por eso no se valora. Bernini controlaba la luz y la dominaba con absoluta maestría. Una maravilla. Yo les exijo a mis alumnos maquetas en las que puedan estudiar cómo la luz atraviesa y tensa el espacio. Mi hermano mayor, ingeniero industrial, un día me preguntó por qué hacía tantas maquetas. Te tienes que pasar al 3D, me dijo. Le contesté que un ordenador no puedes ponerlo bajo el sol para ver qué pasa y en una maqueta, sí. La luz no es una cosa misteriosa, sino física, con unas leyes que un arquitecto debe conocer.
¿La arquitectura está de moda o no se le hace ni caso y tampoco se le entiende?
Hoy en día la arquitectura casi no aparece en los medios. A esta sociedad parece no interesarle y eso es culpa, en parte, de los arquitectos, que no sabemos explicarnos bien. No obstante, creo que mi obra, que se ha definido como radical, fuerte y esencial, se entiende, o al menos la entienden mis clientes. Porque claro que quiero que trascienda y que comunique a través de ella una serie de mensajes. Pero lo primero que la arquitectura debe hacer es servir a las funciones pedidas. En el Rapto de Proserpina, Bernini describe ese rapto, pero lo que quiere transmitirnos es cómo un material tan duro como el mármol puede volverse blando gracias a la escultura. Cuando la mano de Plutón agarra el muslo de Proserpina, el mármol se hace dúctil. Se sale por la tangente con la excusa de un tema descriptivo, y nos expone un tema más conceptual.
¿Es minimalista?
No. La mía creo que es una arquitectura sobria, sencilla. Cito a menudo un libro que cayó en mis manos en Nueva York. Se titula The Elements of Style, de E.B. White y Strunk, un manual clásico para escribir bien. Su conclusión es omit needless words, omite las palabras innecesarias; es decir, no utilices 20 para expresar lo que puedes decir con solo 2. Esto es aplicable a cualquier actividad creadora, y esto no es minimalismo sino precisión. La forma poética utiliza solo las palabras imprescindibles. María Zambrano decía que la poesía es la palabra acordada con el número. Además, en la arquitectura, las limitaciones económicas te llevan a ser aún más sobrio.
¿No hay mucha pirotecnia hoy día en la arquitectura? ¿Importa más la foto del proyecto que el proyecto en sí?
Este es el resultado del éxito de la arquitectura superficial, que pretende ser moderna sin ningún sentido. Inclinas una pared, tuerces otra, pones plásticos de colores y ya está, eres raro. En la moda o en la pintura te puedes permitir ciertas cosas que no son lícitas en la arquitectura, porque está hecha para durar y se debe diseñar a la medida del cuerpo humano. Las formas desaparecen, las ideas permanecen.