‘Hygge’, ‘lagom’, ‘wellbeing’…
Seguro que también has oído todos estos términos; los dos primeros asociados al diseño nórdico.
Son formas de entender la decoración de la casa que giran en torno a la idea de encontrar el balance justo entre el color, las texturas y otros elementos que tienen que ver con lo que sentimos en nuestro hogar.
Pero…, ¿pueden las emociones resultar abrumadoras y dar como resultado que quien habita un espacio se canse antes de él? Para Javier San Juan, diseñar desde las emociones no tiene nada que ver con radicalizarlas, "sino con escuchar y dar forma a espacios agradables, acogedores, sostenibles y adaptados a quien los habita y a cómo desea vivir allí".
El arquitecto cree que el hogar, entendido como un refugio y un lugar de descanso, ha de ser un lugar que nos acoja y nos proteja y despliegue sensaciones positivas y que nos hagan sentir bien. "Efectivamente, las emociones son cambiantes, pero cuando consultamos a nuestros clientes como se quieren sentir, el 100% responde que necesita un lugar en calma, amable y cercano con los suyos", dice.