Frank Lloyd Wright es autor de obras maestras que contienen sapiencia constructiva y artística a lo largo de períodos y lenguajes diversos. Arquitectura clásica y rompedora, americana y europea, orgánica y abstracta, basada en planos horizontales, verticales y en espiral, con transparencias líquidas o con la solidez de un templo precolombino. Es la riqueza hojaldrada de una mente superdotada. El autor del Hotel Imperial de Tokio, de la Casa de la Cascada o del Museo Guggenheim de Nueva York también construyó en Los Ángeles en 1924 la singular Casa Ennis. Esos majestuosos bloques de hormigón ornamentado muestran de manera colosal hasta qué punto la construcción y la ornamentación eran, para Wright, categorías indisociables.

 

 

Frank Lloyd Wright

 

Interesado en el patrimonio arquitectónico y cultural de aquel país, Wright recorrió México en varias ocasiones, y realizó en Los Ángeles varias obras etiquetadas como Mayan Revival Architecture. Las veintisiete mil piezas de hormigón de la mansión Ennis muestran sus texturas labradas con motivos inspirados en la composición geométrica de las fachadas yucatecas. El alma de una casa –decía Wright– está en el modo y los materiales de su construcción. El hormigón es tratado aquí (como todo lo que tocó con su genialidad) como material de creación artística: "Tomemos esta materia proscrita y descuidada de la industria de la construcción: el bloque de hormigón. Descubramos en él un alma inesperada y despertemos una belleza viva, con una textura como la de los árboles".

 

En 2008, el diario Los Angeles Times nombró la Casa Ennis como una de las diez mejores casas de todos los tiempos. En julio de 2018 salió a la venta por 23 millones de dólares.

La casa –había proclamado, en su etapa de rivalidad con Le Corbusier y demás figuras del movimiento moderno europeo– no es una máquina, sino un ser vivo dotado de alma. En la Casa Ennis esa idea se articula en la estrecha imbricación del principio constructivo y el ornamental. La serialización del adorno geométrico se acompasa a la retícula de los muros. Las fachadas, los corredores y los interiores componen una uni- dad majestuosa, con elaboraciones ornamentales específicas. La luz natural penetra en el laberíntico y encolumnado palacio como entre las ramas de un bosque de coníferas. "En el claro de un bosque de pinos me gustaría trabajar", dijo aquel hombre soberbio como un emperador, elegante como un dandi, lúcido y complejo como un genio.

1 /5
La Casa Ennis

La Casa Ennis

Fue construida con un sistema experimental de bloques de hormigón inspirado en los templos mayas y aztecas, un laberinto muy cercano a la concepción que se tiene de los templos de estas antiguas civilizaciones.

El esquema de la construcción es lineal

El esquema de la construcción es lineal

En lugar de la habitual planta cruciforme de las viviendas de Wright. Un esquema atípico en el diseño del arquitecto estadounidense, donde no se representa el sentido de la unidad doméstica habitual en sus casas.

Los sucesivos salones se conectan entre sí y con los patios y terrazas

Ornamento perdurable

Ornamento perdurable

Los motivos geométricos inspirados en la iconografía maya y labrados en hormigón de la Casa Ennis ("bloques textiles", los llamó Wright) no solo han inspirado decorados de ciencia ficción, sino que perduran en productos actuales, como los paneles acústicos Soundwave Ennis, creados por la marca sueca de muebles Offecct en colaboración con la Fundación Frank Lloyd Wright. En otros materiales, claro: poliéster reciclado y moldeado.

Escenario de cine

Escenario de cine

Tan primitiva como futurista, la Casa Ennis ha inspirado y figurado como escenario en varias películas y series –entre ellas Juego de Tronos–; pero de manera poéticamente más potente en Blade Runner, obra maestra de Ridley Scott. Es la casa de Harrison Ford, que aparece en escenas de colores oscuros y empastados, y donde los adornos geométricos de las piezas de hormigón reviven su antigüedad simbólica y anuncian el decorado indescifrable de un futuro amenazante.