Fue necesidad convertida en virtud; más tarde, impostura yuppie. Convertir antiguos espacios industriales en viviendas fue algo que comenzaron a hacer artistas en Nueva York a partir de la segunda mitad del siglo XX como solución a los altísimos alquileres. Más tarde, los "ejecutivos agresivos" de los años ochenta y noventa quisieron emular a Warhol y compañía comprando pisos de planta abierta, aunque fueran de nueva construcción, y las promotoras se forraron replicando este esquema simple y pintón en casas low cost añadiendo la palabra mágica: loft. Hoy, tras el abuso, parece que se ha recobrado el buen sentido, y la estética industrial está donde y cuando procede, siendo uno de los estilos decorativos más de moda.
ESPAÑA Y EL ESTILO INDUSTRIAL
En nuestro país ha habido en los últimos meses muchos proyectos de renovación que cumplen con los requisitos, aunque los estudios que los han llevado a cabo no se reconocen bajo esta etiqueta. "Nuestro proceso de trabajo comienza sin una imagen final en la cabeza. Nos basamos en las necesidades del cliente, las preexistencias y el contexto, entendiendo nuestras intervenciones como una capa más que se añade a lo que ya había en lugar de negarlo", explican desde Allaround Lab. "Es más una inclinación por que la construcción resulte importante y no se oculte ni se disimule. Muchos proyectos te obligan a ser muy crudo, pero no lo hago pensando en seguir un determinado estilo. Es más una coyuntura del espacio y una intención de no tapar preexistencias o añadir capas a lo que te encuentras", explica el arquitecto Raúl Sánchez. "A la hora de intervenir en estos espacios nos fijamos en muchos casos en los usos anteriores o en la actividad industrial colindante. En el caso de la intervención de Pilarica (finalista de los premios FAD 2020), los módulos que se integraron en la planta baja toman prestada la técnica de los tanques de pasteurización que habían ocupado el espacio. Tratamos de referenciar una técnica procedente de la industria más que una estética industrial", puntualiza BURR.
Clave de lo producido aquí es que lo industrial está teñido de cierta vernacularidad. "Lo que tienen en común nuestros proyectos, además de ese proceso de pensamiento, es una cierta atmósfera mediterránea –al fin y al cabo es nuestra cultura–, aunque en algunos casos es más evidente que en otros", apunta Allaround Lab.
ESTILO INDUSTRIAL EN UN AMBIENTE LABORAL
Aunque determinado por el lugar, el estilo industrial se va domesticando. Siguen las vigas de hierro, las paredes sin revoco, el hormigón crudo, las instalaciones vistas, pero desaparecen los muebles de oficio, que rizaban el rizo, los colores oscuros, el desorden bohemio. En su lugar, cocinas blancas impolutas, o doradas, como la que propone Raúl Sánchez, muebles impecables de diseño reciente, acero espejeado o cepillado, golpes de color, plástico posmoderno. "Cada vez más se tiende a que las viviendas sean un espacio para la calma, en el que compensar el exceso de estímulos a los que estamos sometidos en el día a día. Aunque suene contradictorio, encontrar la simplicidad es algo complejo", dice Raúl. En este estilo industrial, junto a la chapa de uralita y el tablero OSB, cabe el latón o la piedra.
"El empleo de un material u otro en muchos casos tiene que ver con su disponibilidad en un momento determinado, lo cual nos parece interesante ya que inscribe un proyecto en una circunstancia específica. En nuestro proyecto para el restaurante Brutal Burrito en Madrid planteamos una barra y una cocina de acero inoxidable estableciendo una relación con el restaurante anterior, pero el incremento del precio del acero en ese momento hizo imposible llevarlas a cabo. La abundancia de granito y de profesionales con capacidad para trabajarlo en Madrid nos llevó a proponerlo como alternativa . Y así un impedimento generó una oportunidad", concluye BURR.