Se estima que en 2050 dos tercios de la población mundial vivirá en ciudades o entornos urbanos.
Esta circunstancia puede ser positiva para el planeta si se planifica correctamente y las envolventes vegetales son una parte fundamental en el diseño de los edificios. Terrazas, cubiertas y muros ajardinados son el recurso más natural para cuidar nuestra salud y la del medioambiente.
1. El concepto de desierto urbano
Los siglos XIX y XX fueron testigos de la gran eclosión urbana. Las ciudades se convirtieron en inmensas masas de ladrillo y hormigón armado, con un espacio mínimo para los seres vivos no humanos. A principios del siglo XX surgieron diversos movimientos que ya alertaban de la necesidad de un cambio en la planificación urbana para evitar lo que hoy conocemos como "desiertos urbanos". Reformistas sociales como Jacob Riis alertaron del riesgo de esas ciudades sin presencia de entornos verdes, tanto para la salud de los ciudadanos como por su elevado impacto medioambiental.
2. Desarrollo sostenible
Hace casi un siglo que determinados sectores de la sociedad advierten de la necesidad de un cambio de paradigma. Cada vez existe más evidencia científica de que es imperativo un desarrollo más sostenible. Fruto de esta presión nacen en 2015 los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030), una visión transformadora hacia la sostenibilidad de los 193 estados miembros de las Naciones Unidas.
3. Gestionar el agua de lluvia
Los desiertos urbanos acostumbran a tener una incorrecta gestión del agua de lluvia, canalizándola rápidamente para evitar que entorpezca el día a día de los ciudadanos. Esto empobrece el sustrato geológico y descompensa la humedad ambiental. Las envolventes vegetales ayudan a una mejor gestión del agua de lluvia, almacenándola y evaporándola progresivamente de nuevo al medioambiente.
4. Un manto protector
Una cubierta vegetal no implica necesariamente un mantenimiento mayor. Tras años de su utilización podemos afirmar que no es así: este tipo de envolventes requiere de una inspección visual periódica, igual que las cubiertas convencionales. La grandeza del sistema es que el propio manto vegetal protege el resto de sistemas (impermeabilización, aislamiento etc.) de la radiación solar, su principal factor de deterioro, alargando así su vida útil.
5. Duración centenaria
Una cubierta con grava instalada por un profesional tiene una durabilidad de entre 15 y 25 años; las cubiertas que solo están impermeabilizadas, sin capa de grava, todavía duran menos. El instituto de ciencias aplicadas Fraunhofer ha calculado la durabilidad de una cubierta verde en más de 40 años. No obstante, en Berlín existen este tipo de cubiertas instaladas desde hace más de cien años.
6. Menor efecto isla de calor
A causa de un conjunto de características asociadas a los revestimientos verdes, su presencia en las ciudades contribuye notablemente a la reducción de las exigencias de utilización de sistemas de refrigeración y de calefacción; esta circunstancia disminuye significativamente el efecto "isla de calor" (temperaturas más altas que los de los alrededores) que padecen las grandes urbes.
7. Temperatura superficial
El follaje tiene la función de captar la radiación solar y también de evaporar el agua que la vegetación absorbe a través de las raíces. Para que el agua se evapore es necesaria una gran cantidad de energía térmica y, por esta circunstancia, la temperatura superficial de un manto vegetal se mantiene varios grados por debajo de una fachada convencional.
8. Sombra permanente
Ya hemos apuntado antes la importancia de la sombra que proyectan las cubiertas y fachadas vegetales sobre los elementos técnicos de impermeabilización y cerramiento. El manto de aire fresco y ventilado entre la fachada construida y la capa exterior verde supone una atmósfera ideal para preservar los materiales de la construcción.
9. Menor aislamiento
El manto vegetal, la sombra que proyecta y la tierra en la que arraiga incorporan al detalle constructivo de fachada o cubierta una mejora de la transmitancia térmica, y al reducir la diferencia de temperatura entre interior y exterior también disminuye la exigencia del conjunto. En otras palabras, los revestimientos vegetales necesitan menos aislamiento.
10. Refrigeración por agua
Por si fuera poco, existe otro beneficio térmico de los mantos vegetales: el agua en sí misma. El poder calorífico del agua es muy elevado, esto quiere decir que es capaz de acumular mucha energía térmica antes de transmitirla. Las envolventes verdes incorporan, a través del agua que retienen, otra mejora en términos de e ciencia a los edificios.
11. Edificios que transpiran
El agua necesita mucha energía térmica para evaporarse. De hecho, la función del sudor en nuestro organismo no es otra que bajar nuestra temperatura a través de la evaporación. En los edificios funciona exactamente igual: la transpiración del follaje reduce la temperatura de fachadas y cubiertas, y disminuye la exigencia de climatización y aislamiento.
12. Salud física y psicológica
Tan beneficiosas son estas soluciones para el medioambiente como para nuestra salud física y psicológica. Los conocidos "baños de bosque" son la respuesta a un impulso de nuestro instinto por reconectar con nuestros orígenes, reequilibrarnos y ayudarnos a superar el estrés impuesto por nuestro estilo de vida.
13. Impacto demográfico
A finales de 2019 el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) publicó la síntesis más grande y completa hasta la fecha sobre espacios verdes y mortalidad prematura. La presencia de áreas verdes cerca de edificios residenciales reduciría en un 4% la mortalidad por cada incremento de 0,1 en el índice de vegetación a 500 metros o menos de la residencia.
Incorporar la vegetación de forma sistemática a las envolventes de los edificios ayudaría significativamente a reducir los millones de muertes prematuras vinculados a la polución, las altas temperaturas o incluso la depresión.
14. Temperatura vs enfermedad
Las altas temperaturas generadas por el efecto isla de calor de las ciudades son uno de los aspectos sobre los que las envolventes vegetales pueden tener mayor impacto. Esta condición térmica incrementa las ratios de enfermedad y fallecimiento, concretamente en un 60% entre la población mayor de 75 años según indican los estudios y que, al parecer, irán a más con el cambio climático.
15. Atenuación del ruido
Los revestimientos vegetales tienen también cierta incidencia sobre la contaminación acústica. Si bien no es el campo en el que más destacan este tipo de recubrimientos, por su morfología porosa, con numerosos huecos de distintos tamaños y formas, tiene una interesante absorción acústica. Se estima que ofrecen una atenuación del ruido de maquinaria y trádico de unos 10 dB.
16. Corredores verdes
La regulación de envolventes vegetales podría introducir lo que se conoce como corredores verdes. Se trata de masas forestales conectadas a través de superficies vegetales como parques públicos y privados, fachadas o cubiertas. Además de los beneficios ya señalados –reducción de la contaminación atmosférica y acústica, disminución del efecto isla de calor–, ofrecen un corredor para la migración de pájaros e invertebrados.
17. Regulación biogénica
Las plantas tienen una extraordinaria importancia en la regulación de la química atmosférica, también llamada regulación biogénica. Determinadas plantas tienen la virtud de absorber COV (Compuestos Orgánicos Volátiles) nocivos y eliminarlos del ambiente que respiramos. Estos compuestos actúan como disrruptores hormonales, y conviene reducirlos al máximo.
18. Atrapan y descomponen
Esta depuración de los COV presentes en el aire se produce fundamentalmente en las raíces y no en las hojas, como se podría pensar a priori. Se trata de una tarea a cargo de las bacterias del sustrato y de las enzimas producidas en las raíces capilares, que descomponen las sustancias nocivas en nutrientes para su posterior aprovechamiento, desapareciendo de nuestro entorno.
19. Verde balsámico
Estudios sobre la neurociencia aplicada a la arquitectura han demostrado que la visión del verde, especialmente a través de plantas y árboles, tiene efectos de restauración cerebral, reducción del estrés, control de la presión arterial y un largo etcétera. Los beneficios de rodearnos de vegetación a nivel neuronal son muchos.
20. Productividad y bienestar
Estos beneficios relacionados con el contacto cercano y permanente con masas forestales han demostrado tener impacto tanto a nivel de aumento de la productividad entre los trabajadores como en el sentido de bienestar, y hasta en la capacidad de recuperación de pacientes en hospitales tras una intervención quirúrgica.
21. Nuevos hábitats
Desde la perspectiva de la biodiversidad, el primer punto a destacar no puede ser otro que el terminar con los desiertos urbanos. Una ciudad plagada de edificios con fachadas y cubiertas, total o parcialmente revestidas por vegetación, supondría la aparición de nuevos hábitats para animales y plantas desplazados de estas grandes áreas urbanizadas.
22. Diseños a medida
Estos nuevos hábitats pueden incluso ser diseñados para atraer a especies concretas. Ya existen oasis de abejas en algunos parques de nuestras ciudades; del mismo modo podemos diseñar áreas para golondrinas, gorriones u otras especies más delicadas como cigüeñas o, incluso, halcones, siempre con el objetivo de recuperar la biodiversidad.
23. Regular por norma
Recuperar la biodiversidad no ha de confundirse con su manipulación. Para ello es necesaria la implicación a nivel político para un correcto diseño a nivel urbano. Una nueva normativa debería regular las superficies dedicadas al elemento vegetal en cada hábitat en función de un conocimiento técnico especializado.
24. Control de plagas
Este tipo de diseño a medida incorporará beneficios a corto y largo plazo. Uno de los más evidentes será el control de plagas. No es extraño que en pequeñas localidades se fomenten campañas para el cuidado de las colonias de gatos que controlan la presencia de roedores o de las golondrinas para controlar a la oruga procesionaria o a los molestos mosquitos.
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