Si alguna vez has corrido al parque más cercano porque no podías más de asfalto y coches, te entendemos. Puede que no en hayas detenido a pensarlo, pero ese pedazo de verde es mucho más que tu salvavidas emocional. Es, literalmente, un salvavidas para toda la ciudad. Las áreas verdes urbanas son algo así como la red de seguridad de nuestras ciudades, protegiéndonos de desastres que, aunque no siempre se ven venir, pueden transformar una comunidad en cuestión de horas.

Estos héroes no llevan capas, pero sí árboles que absorben agua, raíces que estabilizan suelos y sombras que amortiguan el calor infernal. Si todo esto suena demasiado épico y manido, es porque lo es: los espacios verdes son los aliados más infravalorados en la lucha contra los desastres urbanos.

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Parque en Singapur

Tobi (Unsplash)

Más que pulmones: infraestructura natural

Cuando se habla de áreas verdes, muchas veces el discurso queda atrapado en su función como “pulmones de la ciudad”. Y aunque es cierto que purifican el aire, su impacto va mucho más allá. Durante lluvias torrenciales, los parques actúan como gigantescas esponjas, reteniendo agua que, de otro modo, inundaría calles y colapsaría sistemas de drenaje.

Por ejemplo, en ciudades como Singapur, algunos parques están diseñados específicamente para retener agua durante tormentas. Sus lagos y zonas bajas no son solo decorativos; forman parte de un sistema que evita inundaciones en el núcleo urbano. 

Además, las áreas verdes ayudan a regular las temperaturas. En un verano abrasador, el césped y los árboles pueden reducir el efecto isla de calor, donde las temperaturas en las ciudades son mucho más altas que en las áreas circundantes. Aquí no hablamos solo de bienestar, hablamos de salvar vidas en olas de calor extremo.

Madrid

Zona verde en Madrid

Alp Ancel (Unsplash)

Contra incendios, deslizamientos e inundaciones

En zonas urbanas propensas a desastres naturales, la planificación de espacios verdes puede marcar la diferencia entre un susto y una catástrofe. Un caso paradigmático es el de Japón, donde los parques están diseñados como refugios de emergencia. Estos espacios no solo son agradables para un picnic, sino que cuentan con sistemas para albergar a comunidades enteras en caso de terremotos o incendios.

En lugares como California, los cinturones verdes han demostrado ser eficaces en la contención de incendios forestales. Las áreas naturales bien gestionadas funcionan como barreras, ralentizando el avance del fuego y dando tiempo a las autoridades para actuar.

En cuanto a los deslizamientos de tierra, los árboles y las plantas de las áreas verdes estabilizan el suelo. Esto es crucial en regiones montañosas o con pendientes pronunciadas, donde una lluvia intensa podría arrasar con viviendas si no hubiera raíces que sujeten el terreno.

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Parque en Boston

Kelly Sikkema (Unsplash)

Diseñar ciudades más inteligentes (y verdes)

Para que estas soluciones sean efectivas, no basta con dejar espacios verdes al azar. Aquí es donde entra en juego el diseño urbano inteligente, que integra parques, jardines verticales y techos verdes como parte del tejido de la ciudad.

Un buen ejemplo es Copenhague, donde los espacios verdes están estratégicamente distribuidos para actuar como cuencas de retención de agua durante tormentas intensas. Además, muchas ciudades están adoptando la idea de "parques híbridos", que ofrecen áreas de recreación e incorporan infraestructuras sostenibles como paneles solares, sistemas de reciclaje de agua y hábitats para la biodiversidad.

En Latinoamérica, Bogotá ha liderado con proyectos como el Parque Lineal del Río Tunjuelo, que actúa como un sistema de protección contra inundaciones que beneficia a miles de personas.

¿Qué podemos hacer como ciudadanos?

No todo está en manos de los urbanistas y arquitectos. Como ciudadanos, tenemos un papel activo en la defensa de estos espacios. Proteger los parques, exigir más áreas verdes y participar en proyectos de reforestación son maneras de contribuir a ciudades más resilientes.