Los parques, como los jardines, te atrapan. Los recuerdas... Cuando los visitas por primera vez, estás perdido, porque, más tarde o más temprano, el cuerpo –y el alma–te va a pedir volver. Esto sucede con todos los espacios verdes, pero especialmente con lo que se viene conociendo como jardines naturalistas.

Jardines asalvajados

Jardín de las Encinas en una casa de La Moraleja (Madrid), de Locus Landscape.

 

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Hay muchas definiciones de este tipo de vergeles. “Son aquellos en los que hacemos menos y disfrutamos más”, dicen algunos. “Son los que buscan respetar y preservar la flora local para crear espacios donde la naturaleza sea libre y abunde la biodiversidad”, dicen otros. Todos tienen razón.

 

Jardines asalvajados

Jardín experimental Serra de Mariola (Alicante), de Álex Fenollar, un proyecto personal del autor que realizó "contra viento y marea", en una de las zonas más difíciles del jardín familiar.

Enfoque naturalista

“Evocan todo lo que añoramos”, argumenta el paisajista Álex Fenollar, que encontró las raíces de su vocación arrimando el hombro en el huerto y el jardín familiares. Aunque añade: “Lejos de ser espontáneos o fáciles, su diseño y construcción requiere de buenas ideas y manos expertas”. “Nos inspiramos en la naturaleza para crear nuestros espacios, usando sus elementos dentro de un espacio humano”, agrega el también paisajista e ingeniero forestal Gonzalo Morillo, socio director y fundador de Locus Landscape Architecture.

“Uso plantas autóctonas o muy adaptadas a las condiciones climáticas y que no sean invasoras. Me gusta que se integren con el entorno y se mimeticen con él, que no se vean muy exóticas sobre todo en entornos naturales”, confiesa Fernando Martos, paisajista malagueño afincado en Madrid y rendido a los paisajes ingleses.

Jardines asalvajados

La Vera (2016), en Cáceres. Proyecto firmado por Fernando Martos.

En el plano internacional, el holandés Piet Oudolf, que este año cumple 80 años, lidera este enfoque naturalista, dando prioridad al ciclo vital estacional sobre consideraciones decorativas. “Para mí, un jardín es emocionante cuando tiene buen aspecto todo el año, no solo en una época concreta”. Y pide un deseo: “Quiero salir y que sea interesante por estaciones, a principios de primavera y a finales de otoño”.

Jardines asalvajados

Ático en El Viso (Madrid) de Locus Landscape Architecture.

En términos generales, hoy en día la jardinería y el paisajismo buscan ser parte de la naturaleza, no dominarla. Pero no siempre ha sido así. “La historia de la jardinería es larga como la sombra de un ciprés”, reflexiona Fenollar. “En ella ha predominado la voluntad de domar la naturaleza, de someterla para levantar una sólida barrera entre el bosque y el campo –fuentes de alimento y salud, pero también de peligros y amenazas–, y lo doméstico, un lugar íntimo, seguro y controlado. Llegando a nuestros días, el alejamiento de la naturaleza que impone la vida moderna y las amenazas de la contaminación, el cambio climático, la pérdida de la biodiversidad… han cambiado la perspectiva, reclamando un espacio que se asemeje a lo silvestre”, expone.

jardín asalvajado

Jardín de los Paseos, en La Moraleja de Locus Landscape Architecture.

Carácter autóctono

Como Fernando Martos apuntaba al principio, los especialistas recurren a especies locales para dar vida propia a estos entornos. “En cada lugar intentamos fijarnos en las autóctonas. También tendemos a utilizar plantas ornamentales adaptadas ya que ofrecen muchas posibilidades y sus orígenes son de climatologías idénticas a la nuestra, como puede ser California, Sudáfrica, Australia...”, revela Gonzalo Morillo.

Agrupar por necesidades hídricas, de luz y temperatura o descartar especies que requieran abonos y podas constantes serían dos de las reglas que sigue Álex Fenollar, quien corrobora que “casi todos aquellos que solicitan los servicios de un paisajista lo hacen en busca de un jardín salvaje, de bajo mantenimiento y con sensibilidad ecologista”.

 

Jardines asalvajados

Jardín Mas de l'Illa (Tarragona), de Álex Fenollar Jardines, para quien amenazas como el cambio climático y la pérdida de biodiversidad han trocado la voluntad anterior de domar la naturaleza por el deseo de rodearse de un espacio que se asemeje a lo silvestre.

La sostenibilidad es, precisamente, uno de los valores fundamentales de estos espacios al aire libre, que se traduce “en el empleo de menos recursos para su supervivencia”, explica Murillo. “Menos uso de agua, de abonos, menor necesidad de trabajo manual
por ser capaz de desarrollarse de forma autónoma...”, dice, e incorpora un nuevo argumento: “También es muy interesante el beneficio que tienen estos jardines en la atracción de insectos polinizadores, pajaros, etc.”. En la misma línea, Fernando Martos concede: “Para mí es aceptable que algunas hojas sean comidas por orugas u otros insectos que luego alimentarán a los pájaros o se convertirán en mariposas. Un jardín no son solo las plantas, sino toda la vida que lo rodea”, remata. Como Fenollar, que introduce especies que ya se encuentran presentes en las inmediaciones como una respuesta al contexto, nunca como una imposición personal o caprichosa. “No amenazan los equilibrios naturales ni agotan los recursos locales”.

 

Jardines asalvajados

"Casi todos los que solicitan los servicios de un paisajista lo hacen en busca de un jardín salvaje", Álex Fenollar. En la foto, Jardín Mas de l'Illa (Tarragona), de Álex Fenollar Jardines.

Seguir la corriente

Pero no todo son ventajas dentro de este movimiento. ¿Cuáles son los inconvenientes que encabezarían el ranking? “Sin duda, el gran hándicap es la necesidad de conocimiento para entender las dinámicas y las especificidades de cada una de las plantas usadas en ese proyecto. Hay que tocar el suelo, entender la temperatura, la humedad ambiental…”, advierte Morillo. Y eso pide una paciencia difícil de cultivar en los tiempos en los que estamos. Para Fenollar sería un error identificar el jardín naturalista con un jardín que equivale a la naturaleza y que, por tanto, no necesita recursos económicos, dedicación o conocimiento.

 

Jardines asalvajados

El Mahillo, en Ávila, de Muñoz y Moreu, un estudio que plantea sus proyectos "estudiando la flora actóctona del lugar y adaptándonos a su entorno
con respeto para mimetizar nuestro trabajo con ella".

“Es fundamental que todos tengamos al menos claro que aquellos que más espontáneos parecen, que mejor responden a nuestros ideales y que nos despiertan las más intensas emociones son precisamente los que más y mejor dedicación llevan detrás”. Hay que saber conservarlos. Dicen los expertos que, en el plano emocional, estas plantaciones nos ayudan considerablemente a sentir el momento y a ver lo bonito de cada estación, como los colores cálidos de la primavera o el marrón del otoño. Por eso, todo aquel que busque un jardín de estas características tiene que asumir que su aspecto será muy variable. A cambio, como el propio Piet Oudolf sabe y manifiesta, obtienes algo personal, algo que te abraza, que despierta un instinto, del mismo modo que cuando admiras una obra de arte, escuchas música o lees un libro.

FOTOS: Clàudia Grosche. Fernando Martos, Silvia Cerrada, Alex Fenollar, Muñoz y Moreu