Cena espectáculo
Cerca del Tajo, en el barrio de Beato de Lisboa –uno de los más cool de la capital– se ubica el Palacio do Grilo, una arquitectura neoclásica con acentos barrocos de más de 350 años.
La sala de los Anteojos, con suelo de roble y un sofá y sillas con motivos geométricos diseñados también por el arquitecto.
En el siglo XVIII, Pedro de Bragança, descendiente ilegítimo del rey Pedro II, diseñó los planos con el arquitecto Eugénio dos Santos para crear "un lugar que fuera un no-lugar y que permitiera al alma levantar el vuelo".
El mobiliario está realizado a medida principalmente con madera de eucalipto.
Hoy, el también arquitecto francés Julien Labrousse, propietario del edificio, toma el relevo y adapta sus casi 7.000 m2 a los códigos actuales, "conservando la pátina del tiempo para reforzar su encanto", dice. El palacio es ahora un restaurante-teatro con una propuesta escénica servida por camareros-actores, con muebles de potente diseño obra de Labrousse y aderezada con una gastronomía de inspiración portuguesa, francesa, del Medio Oriente y Asia.
La capilla, con vistas al exterior, con un balcón en forma de herradura.
La fachada norte, con tres puertas que dan al jardín.
Despertar atlántico
Biarritz siempre es una buena idea, y aún más si el destino es el hotel Regina Experimental, originalmente construido en 1906 por el arquitecto Henry Martinet frente al mar. La diseñadora Dorothée Meilichzon, una de las preferidas de París, lo acaba de renovar para la cadena francesa con sus códigos maximalistas y coloridos, dotándolo de una fresca personalidad.
El Regina se levanta en primera línea de un acantilado desde hace casi 120 años.
"La belle époque fue nuestro punto de partida, con ese atrio de quince metros de altura (obra de Sagarminaga, en este número), grandes ventanales y esculpidos detalles interiores", dice Meilichzon. "Pero queríamos añadir inspiraciones locales de la misma época, como la arquitectura neovasca, o rendir un homenaje a Japón y sus vínculos con la zona, con laca negra y lámparas de papel". Setenta y dos habitaciones en la ciudad de vacaciones de la realeza del siglo XIX.
La diseñadora Dorothée Melichzon hace guiños al océano con elementos como este fresco de escayola con motivos acuáticos.
El restaurante, con mesas de madera curvada, se inspira en algunos motivos arquitectónicos de Eileen Gray de finales de los años veinte.
Los dormitorios están repletos de detalles de cuerda en el mobiliario a medida obra de la interiorista, combinada con rayas en azules o en el rojo típico del país vascofrancés evocando a un transatlántico.
Buceo cultural
Inaugurado en la Riviera Maya en 1995, este resort ha renacido tras dos años de reforma como el hotel Maroma de la cadena Belmond, vinculada al conglomerado de lujo LMVH.
Las tres piscinas se han reformado con azulejos Sukabumi hechos a mano con piedra volcánica en los mismos tonos turquesa de los cenotes naturales típicos de la región.
Situado en el tramo de costa entre Cancún y Tulum, pero alejado del bullicio de una zona que para algunos resulta excesivamente turística, el hotel vuelve a brillar de la mano del estudio de arquitectura Tara Bernerd & Partners, que rinde homenaje al legado mexicano mientras sublima la arquitectura original del edificio, cuyas construcciones de estuco se alinean con la geometría sagrada maya.
El restaurante Casa Mayor, del chef mexicano Daniel Camacho. A la oferta gastronómica se suma el Woodend, del australiano Curtis Stone.
El diseño local cobra protagonismo a través de tejidos confeccionados a mano en Oaxaca, baldosas de Saltillo o las puertas típicas de Yucatán, con sólidos marcos de madera. En las habitaciones se ponen caftanes a disposición de los huéspedes bordados por artesanas de Chiapas.
Para las 72 habitaciones se crearon 700.000 baldosas de barro de Jalisco pintadas a mano.
Comida industrial
De las mentes pensantes de Mo de Movimiento, Proyectos Conscientes, llega a Madrid Tramo, en Prosperidad, alojado en una nave de 466 m2 reformada de manera quirúrgica por Selgascano, cuya intervención más visible son unos lucernarios espectaculares. Bajo sus cerchas de hormigón y acero, una propuesta escénica y de mobiliario de Andreu Carulla en la que hasta lo que no se ve es sostenible (todos los materiales son de bioconstrucción, la climatización proviene de pozos provenzales excavados).
En el baño, el lavamanos tiene una conexión eléctrica directa a tierra.
La calefacción sale de los orificios de los bancos de ladrillo hechos en La Bisbal, y las sillas, mesas y lámparas están fabricadas con tramos (de ahí el nombre) de aluminio extruido, material de reciclaje infinito y no tóxico. La carta va a juego: ingredientes enfocados a la salud del comensal y del entorno (esa mantequilla).... Regeneración, autosuficiencia y sostenibilidad.
El diseñador Andreu Carulla ha basado este trabajo en la modularidad, que se aplica, por ejemplo, en las mesas y sillas del comedor, mediante un sistema de piezas de aluminio extruido que permite su ensamblaje dentro del propio local, como un mecano.
Para respetar las cerchas originales Selgascano ha evitado climatizar e iluminar en altura. Carulla ha imaginado un anfiteatro a dos niveles con pequeños reservados.
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