Teresa Sapey
Establecida en Madrid desde 1988, su nombre se dio a conocer en 2005, cuando firmó la colorida planta de aparcamientos del madrileño hotel Puerta de América. Desde entonces, sigue fiel a sus principios y plasma su energía en las viviendas que diseña. "No tengo un estilo definido en concreto. Primero me gusta entender quién va a vivir en esa vivienda. Y después para mí los elementos fundamentales son la luz y el saber aprovechar el espacio a medida para cada cliente.
No sólo para su presente, también para su futuro. Que el espacio, de alguna manera, pueda evolucionar junto con quien lo habita. Es necesario que una casa incluya zonas públicas, privadas y casi secretas. Me gusta jugar con el volumen, a través de la luz y la sombra, que se traducen a color, materiales, texturas y acabados. Pero, sobre todo, es fundamental entender el ADN de quien va a vivir en él", reflexiona Sapey, que tiene una extensa carrera en interiorismo.
"La casa es tu mundo, un diario en el que escribes todos los días, por lo que se va amoldando a las costumbres y tendencias que vamos viviendo a lo largo de nuestra vida. La casa no se trata solo de cuatro paredes, si no el reflejo de tu persona y de los que la habitan. En estos momentos por los que estamos pasando la casa va cogiendo, aún ,ças, protagonismo. Empezamos a notar la demanda de crear, también, un espacio: igual de acogedor, cómodo, luminoso y práctico que el resto de la casa, para la zona de trabajo. O, por ejemplo, la vuelta de la entrada y el recibidor como zona intermedia entre lo público y lo privado destinado al espacio para la higiene (desinfectarse las manos, sacarse los zapatos, etc). La casa se ha convertido en un todo: un cine, un restaurante, un colegio, una oficina o un gimnasio, por ejemplo)", cuenta esta italiana de nacimiento que además de interiorista es arquitecta.