Durante el confinamiento, la diseñadora textil mexicana Inés Quezada (Ciudad de México, 1993) y la diseñadora de producto madrileña Inés Llasera (1995), cofundadora de Tornasol Studio, empezaron a pensar en combinar sus disciplinas. Tras observar una hoja al trasluz, el gesto definitivo que las unió, quisieron hacer la prueba. El resultado es Kauani (“florear” en náhuatl), un ejercicio lúdico, sintético y experimental de la luz con el que crean lámparas expresivas de inspiración siempre vegetal, que mezclan la artesanía con la última tecnología (tejidos sin costuras, punto 3D, etc.).
De la diversidad de las frutas y de la relación entre España y México ha surgido su segunda colección, estas coloridas y orgánicas luminarias que representan un chile, un maíz, un pepino, un melón, un limón, una papaya..., y que han instalado en la Fundación Casa de México en Madrid en la exposición Kauani: Al sol de los frutos (hasta el 2 de junio).
Empezaron a investigar formas, colores y texturas mezclando orígenes, mitologías, cuestiones lingüísticas (el término para designar al mismo fruto es diferente en los dos países: chile o pimiento,elote o maíz, frijoles o judías...) y contextos en torno a los alimentos. “Entre los siglos xvi y xix, en la cocina novohispana se produjo gran parte del mestizaje de nuestro crisol cultural. Todos estos frutos necesitaron la luz del sol para crecer, formarse y pigmentarse. Una luz que de algún modo todavía llevan dentro y que nosotras hemos querido sacar al exterior, iluminando y recibiendo a los visitantes”, explican sobre su muestra.
Vida propia
Las geometrías de los ágaves, las texturas de los cactus y las semillas del mamey o la guanábana han inspirado esta nueva serie, que está fabricada en tejido de punto, una malla de distintos hilos, tonos y materiales que genera una piel que se estira y se adapta, y que hace que las lámparas parezcan flotar: su ligereza se debe a que no tienen estructura; el tejido se sostiene por sí mismo, tiene cuerpo propio.
Realizadas artesanalmente en nailon, lana, algodón, lino o celuloide, lucen distintas técnicas como teñidos, bordados, afieltrados y termofijados. “Buscamos tamizar la luz de manera sutil y crear luminarias que nos acompañen, con personalidad propia, símbolos de lo cotidiano y de lo espiritual. Que tengan su lugar en el espacio, tanto encendidas como apagadas”.