La esencia en los proyectos radica en los detalles, a menudo imperceptibles, capaces de transformar un espacio y dotarlo de singularidad hasta convertirlo en algo diferentes y rompedor. Un ejemplo de ello es este apartamento de 138 m2, ubicado en el centro de la ciudad de Vilna (Lituania) y proyectado por el estudio local Do Architect, que pone especial énfasis en el suelo que recubre la vivienda. Lejos de optar por un material para recubrir toda la superficie, en esta ocasión el suelo de terrazo está diseñado a medida, con piezas de diferentes formas, colores y bordes que encajan como un rompecabezas. En concreto, mármol, granito y travertino de gran tamaño se combinan con un aglutinante de hormigón blanco a fin de convertir la superficie en una gran alfombra natural. El suelo se convierte así en un fondo con entidad propia capaz de dotar de singularidad cada uno de los detalle de la sala de estar.
Junto a este pavimento, el resto de elementos apuestan por tonos neutros, empezando por la madera que reviste armarios, paredes y techos, y terminando por el hormigón blanco de escaleras y columnas. La elección de sofisticadas piezas de mobiliario de mediados del siglo XX y tecnología de vanguardia y diseño contemporáneo en tonos beige completan un equipamiento interior fuera de convencionalismos, equilibrado, pese al constante juego de texturas. De planta diáfana, los dos niveles que conforman la vivienda quedan delimitados por grandes cerramientos de cristal que proporcionan al espacio abundante luz natural, así como fantásticas panorámicas del centro de la capital lituana.
El apartamento proyectado por Do Architect se organiza entorno a dos plantas: la zona de día queda concentrada en la planta baja, donde comparten espacio comedor, salón y cocina abierta; y la zona más privada, en la primera planta, donde el dormitorio, con un enfoque mucho más curado, habilita un extremo de la estancia para albergar maquinaria deportiva, con la que practicar deporte mientras se observa el skyline de la ciudad. Las paredes y las columnas tienen un acabado texturizado que absorbe la luz del sol a la vez que crea una sensación de juego de sombras. Las cortinas beige se encargan de suavizar la imponente luz natural que incide con fuerza en ciertas horas del día, mientras que los paneles de madera clara que separan las diferentes zonas aportan el toque extra de calidez. Con todo y visto en su conjunto, ¿quién dijo que el mármol no puede resultar cálido?