Una sencilla construcción a las afueras de Quito y concebida inicialmente como bodega, recupera su esencia rural a través de materiales como el eucalipto, el coco o la caña. "Buscamos resolver eficiente y económicamente, con materiales que permitieran construir de una manera rápida y al mismo tiempo cobijar a sus habitantes", nos cuenta el estudio ecuatoriano La Cabina de la Curiosidad, al frente del proyecto. Se trata de una vivienda ubicada en Perucho, a 35 kilómetros de Quito, que pasó por pequeños parcheados que resolvían necesidades de manera inmediata pero no eficiente ni a largo plazo. El hecho de ir habitándose poco a poco hizo que necesitara una rehabilitación "para sanar" y potenciar el espacio.
Las principales carencias de la vivienda eran poca entrada de luz natural y conectividad con el entorno, además de un espacio frío y con humedad en las paredes. La cubierta original estaba en malas condiciones y a punto de caerse, ya que contaba con muchas piezas rotas en un techo pesado por las tejas de barro. El proyecto era una casa-taller, con el compromiso de una arquitectura accesible y necesaria.
Aprovechar el techo
El proyecto arquitectónico consistió en repensar el techo, como una "oportunidad potencializadora. Con una propuesta de cubierta ligera ampliamos el espacio. Para ello utilizamos lámina metálica (ligera), estructura de pingo de eucalipto (económico, material común y de fácil alcance), fibra de coco (aislamiento térmico natural), cubetas de huevos (aislamiento acústico económico) y caña picada (cubre mucha superficie y es fácil de colocar). Con el cambio de cubierta, se crea suficiente altura para suspender de este techo dos nuevos dormitorios, ocupando las vigas existentes del espacio".
Para ganar luminosidad y conexión con el exterior, se abrieron dos fachadas de vidrio aprovechando la nueva altura ganada al techo, todo ello sin modificar las paredes existentes, permitiendo así el ingreso de la luz y la recirculación del aire.
"En su base, generamos soluciones de drenaje contra la humedad como si tuviese unas botas de caucho, insertamos una estación de tratamiento de aguas grises y reforzamos estructuralmente las paredes existentes de bloque, para consolidar al sistema".
Integrando recursos
Se mantuvo la configuración original de la casa, generando lecturas con lo existente e integrándolo a los recursos con los que se contaba. "En la planta baja se liberó una pared, así unificamos todo el ambiente para tener un gran espacio de convivencia. Del desmontaje del techo original se reciclaron vigas y tablas de madera para construir un contrapiso y unificar niveles entre la cocina y la sala, desde entonces conectada con el jardín. Además, el taller está junto a la entrada y también al baño. De esta forma, el volumen espacial cambia totalmente, enriqueciendo la experiencia de los habitantes".