"Construir en territorios alejados de los entornos en los que nos movemos habitualmente es un desafío. Es un ejercicio de voluntad. Es la posibilidad de insertar un espacio habitable en dominio de lo natural. Lo remoto no como límite sino como posibilidad, como valor, como generador de dominios y condiciones". Así explican este proyecto sus autores, arquitectos del estudio MAPA.

Lo remoto nos enfrenta a la soledad, a la conciencia de nuestra escala frente a lo vasto, a lo inmenso. Nos coloca en nuestro papel en la realidad. Mientras que la prefabricación permite trabajar con materiales procesados e industrializados, que habilitan procesos de montaje de alta precisión. Así mismo, amortigua la repercusión de la construcción en el sitio, minimizando desechos, personal in situ y desplazamientos.

En los paisajes de alto valor natural es fundamental el respeto por sus condiciones originales. La condición de reversibilidad es clave para estos entornos, por lo que la conjugación de naturaleza e industria es la respuesta correcta.


"Las casas no se mueven. Se hacen de materiales pesados, se unen con mortero, se usa hormigón", piensan algunos. Estos prejuicios son duros de romper. Igual que la inmobilidad de lo construido. La prefabricación genera un modo de producción eficiente, la casa se produce en un ambiente controlado y es confeccionada minuciosamente. El paso siguiente es llevarla a su ubicación final.

Las casas no se mueven, ¿o sí?