"Simon y yo buscábamos un lugar con algo especial –en Madrid hay pocos sitios así– y que pudiésemos personalizar. Esta casa era un lienzo en blanco sobre el que no daba lástima intervenir. Eso es un arma de doble filo; nos hubiera encantado contar con algún elemento patrimonial que respetar, más allá del exterior", dice Enrique Romero de la Llana, uno de los dueños de esta casita en la Colonia Fuente del Berro. Estilismo: Bea Torelló.
Construida en 1918, había llegado al siglo xxi sin ninguna reforma, apenas unos apaños en los baños. Su chasis estaba protegido; su interior carecía de interés. Enrique, diseñador de producto y socio de la editoria ACdO, y su pareja, el belga Simon Dessauvage, diseñador de escaparates en Loewe, recurrieron a la arquitecta Blanca Barragán para adaptarla a sus vidas.
"Estudié en Elisava de Barcelona, y Blanca y yo compartimos piso allí. Coincidimos con ella en una cierta sensibilidad. Ella hizo la propuesta original de volumetrías y distribución, y a partir de ahí consensuamos. Tiene el mérito de haber encajado en el programa nuestra wishlist y creado los grandes gestos". El más simbólico, dividir el monobloque de escaleras y separarlas para evitar el efecto adosado.
"Era importante para nosotros. Y generar un desahogo en el sótano, que echábamos de menos en nuestra casa anterior". Allí están ahora el cuarto de invitados con su baño y el taller. En la planta calle, cocina y salón-comedor; arriba, un dormitorio con baño y un pasillo-biblioteca. En total, 115 metros cuadrados.
"Originalmente solo tenía el semisótano y la baja. Se ha elevado una parte, y con esta ampliación hemos podido construir la planta de arriba; en vez de hacerla completa hemos decidido dejar hueco en altura y ganar calidad espacial", explica la arquitecta.
"Las aperturas de la fachada son las originales, no se podían tocar. Se ha eliminado uno de los dos pilares y el sótano se ha excavado un metro para hacer una solera con cavity y cumplir así la altura mínima exigida", continúa. Los espacios respiran austeridad; materiales, colores y amueblamiento se han medido con cuidado.
"Hemos restringido la materialidad. Pocos, nobles y crudos: mármol Macael para cocina y baños, castaño español en las carpinterías y barro de Alicante para los suelos", dice Romero de la Llana. Hay que añadir la cerámica, toda obra de Simon.
"Compramos los azulejos en bizcocho, solo con la primera cocción. Hice pruebas de esmalte que nos gustaba con diferentes elementos como oxidantes, que son los que dan el color.El verde viene del cobre y el rojo, del hierro, que está en el baño de abajo. El rosado de la cocina está inspirado en la cerámica japonesa, en la que usan hornos de leña; ellos no esmaltan, pero las cenizas de la madera se depositan sobre las piezas y funden, dándoles este color", explica Simon. Contención, cuidado y cariño resumen este proyecto.