Hay algo profundamente satisfactorio en el equilibrio. Lo saben los cocineros cuando combinan lo dulce y lo salado, los músicos cuando juegan con silencios y notas, y, por supuesto, los arquitectos cuando consiguen que un espacio sea a la vez funcional y bello. Casa Lucía, el último proyecto del estudio Nhoma en Madrid, es una demostración de este delicado arte: una vivienda que respeta la distribución clásica de los pisos de los años 40 y la transforma con un juego de curvas y rectas que se siente tan natural como sofisticado.

Pero no hablamos de una casa que quiera impresionar con gestos grandilocuentes. Su encanto reside en los detalles, en la manera en que los espacios fluyen sin perder su identidad, en cómo la luz natural y los materiales nobles crean un ambiente sereno, y en esa transición entre lo acogedor y lo contemporáneo que Concheta Romaní y Carolina Tarazona, fundadoras de Nhoma, han sabido manejar con precisión quirúrgica.