Si lo tienes lo sabes: hay algo profundamente terapéutico en cerrar la puerta de casa y que todo se quede fuera. Ruido, tráfico, alertas del móvil. Eso fue exactamente lo que pidió la clienta de este proyecto a la arquitecta Núria Selva: una casa donde poder parar. No una estética de calma —eso ya lo existe en los catálogos—, sino un lugar donde, de verdad, poder bajar el pulso. Un "refugio emocionalmente acogedor", como lo define la propia Selva, donde la forma sigue al fondo.

No es casualidad que la clienta sea coach en bienestar. Acostumbrada a acompañar a otros en su búsqueda de equilibrio, trasladó esa exigencia a su hogar: quería un espacio sereno, funcional, bello, donde cada persona de la familia encontrase su rincón y su ritmo. Y eso fue lo que consiguió NSV Arquitectura con esta reforma de 195 metros en plena Gran Vía de Barcelona. "Conecté con Núria como persona, su sencillez y fácil entendimiento me cautivó. Es respetuosa con las decisiones que tomamos para reformar la vivienda, captó a la primera las necesidades de cada una de nosotras y se adaptó a todas las exigencias en precio y estilo", explica la clienta. 

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Interiorismo que respira

La solución fue una reforma que apuesta por lo esencial: materiales nobles, luz natural, y una paleta sin estridencias. La madera oscura del pavimento es la gran protagonista. Recorre toda la casa y aporta lo que Selva define como "calidez pero a su vez sosiego". Las paredes y techos, en tono piedra suave, completan la escena: nada pretende deslumbrar, todo está pensado para durar.

Una de las claves del proyecto fue conectar las zonas comunes —salón, comedor y estudio— sin alterar la estructura clásica. ¿Cómo lo hicieron? "Apostamos por conectar visualmente el salón, el estudio y el comedor mediante pasos enmarcados del mismo tono que las paredes, lo que nos permitió respetar la estructura original del edificio, pero ganando luz natural, sensación de amplitud y continuidad", explica Selva.

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El resultado es un espacio que fluye sin perder definición. Nada está de más, y cada detalle cumple una función. Como explica la arquitecta: "Nos emociona haber logrado un equilibrio real entre funcionalidad y sensibilidad. Cada rincón del hogar tiene un propósito emocional y práctico".

Una casa con nombre y apellido

Cada habitación habla de quien la habita. En esta casa, eso significa que hay identidad, pero sin gritos. Un verde precioso en la pared de la chimenea, por ejemplo, fue una petición directa de la clienta, que quería "introducir frescura y durabilidad en la decoración". El verde rompe con la neutralidad general, pero mantiene la armonía.

Las hijas tienen sus propios universos, diseñados a medida: cabeceros de terciopelo, escritorio, armarios en roble natural, sillas de Ondarreta que reflejan su estilo individual. En la habitación principal, se repite el mismo cuidado. "El objetivo principal era convertirla en un hogar cálido y armonioso, un refugio de calma donde poder desconectar del ritmo frenético de la ciudad", cuenta la clienta. Y sí, eso incluye que cada una tuviera su espacio bien pensado.

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El mobiliario elegido —sofá Berlín de Pilma, mesa Bok de Ethnicraft, lámparas de Santa & Cole, Marset y &Tradition— no busca protagonismo. Aporta textura, coherencia y una sensación de hogar vivido. Y el arte, cuidadosamente seleccionado, cierra el círculo. "Las obras, firmadas por artistas jóvenes, aportan frescura, sensibilidad y una mirada contemporánea que dialoga con el interiorismo. Cada pieza ha sido escogida cuidadosamente para resonar con la personalidad de la familia", explican desde el estudio.

BUEN EQUIPO

No todo fue fácil. Uno de los principales retos fue técnico: conseguir continuidad entre espacios sin derribar la estructura de la finca. Y además, hacerlo dentro de un presupuesto razonable. Pero aquí entra otro punto clave del trabajo de Selva: su capacidad de escuchar y acompañar. "Si tengo que definir con una palabra mi experiencia con NSV, sería excelencia", dice la clienta. "Cuando decides reformar tu espacio, no imaginas todo el estrés que te espera. Tener a un grupo de personas que te lo hacen FÁCIL, es maravilloso. Cuando yo veía un problema, incluso antes, Núria Selva me daba la solución".

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Y remata con lo que probablemente sea el mejor resumen del proyecto: "Me quedó una casa bonita, elegante, sencilla, y además con unos costes muy muy correctos y totalmente asumibles. ¡Estoy muy feliz! Lo normal es hacer bien el trabajo… pero Núria y su equipo han hecho un trabajo excelente. Eso es trabajar con el corazón y respetando las prioridades del cliente". 

Este proyecto consigue ser una casa de verdad, de esas que apetece vivir. Diseñada con cabeza, vivida con calma. Y en los tiempos que corren, eso ya es todo un logro. Selva se lleva un gran aprendizaje: "Reafirmar que los hogares más bonitos son los que se diseñan desde la escucha profunda del cliente".